Táctica y estrategia
Premeditado o no, la denuncia de Covite acerca de la inclusión de los 44 excondenados por su colaboración o pertenencia a ETA en las listas ... de EH Bildu, no solo ha encendido la campaña electoral para el 28-M, sino que ha supuesto de facto un intento de voladura controlada de la misma, lanzando un misil de doble (o más bien triple) trayectoria, con una carga de profundidad ética destinada a influir, tanto en el minuto y resultado de los comicios municipales y forales vascos, como en los de Navarra y (sobre todo) en las elecciones generales de diciembre.
Al margen de su grado de afectación sobre la creciente expectativa de intención de voto que los sondeos daban a la coalición abertzale, era evidente que una denuncia de esta naturaleza y calado, poniendo de relieve su falta de sensibilidad para con las víctimas, cuyo dolor no prescribe, podría llegar a disuadir a quienes estuviesen considerando apoyar un hipotético cambio de paradigma político en tierras vascas, donde la hegemonía institucional se dirimirá previsiblemente entre las dos grandes siglas nacionalistas, condicionando los pactos postelectorales al hacer que el PSE-EE tuviese muy difícil de explicar un posible respaldo a EH Bildu frente al PNV en aquellas diputaciones o alcaldías donde el resultado pudiera llegar a ser más ajustado. Algo similar a lo que ocurriría en Navarra si el PSN decidiera darle a Joseba Asiron la Alcaldía de Pamplona a cambio del apoyo de EH Bildu a María Chivite en el Gobierno Foral, de vital importancia para los socialistas, o si Pedro Sánchez se apoyase en la coalición independentista (marcada con la letra escarlata), en su carrera a la reelección como presidente del Gobierno.
Así que los de Otegi han decidido cortar por lo sano el debate abierto en los últimos días sobre la memoria, la justicia, la reparación y la convivencia democráticas que ha dejado rotundos pronunciamientos sobre la fragilidad de su suelo ético, los más contundentes en boca del lehendakari Urkullu («tienen derecho, pero no hay derecho»; «un nombre es un error, 44 una decisión») y del propio Sánchez («no es decente») y ha borrado de sus listas los nombres de los siete exconvictos que tenían delitos de sangre, en un intento de contrarrestar los efectos que inevitablemente tendrá la 'bomba-racimo' lanzada desde la asociación de víctimas del terrorismo que preside Consuelo Ordóñez (hermana del edil del PP asesinado por ETA), sobre la credibilidad de su apuesta por la paz y las vías exclusivamente políticas y democráticas.
Aunque nunca se debió dar pie a esto, la rectificación no puede ser más acertada en términos de tacticismo político. Veremos si muerto el perro, se acabó la rabia y si de esta forma conseguimos recuperar la agenda vasca y empezar a hablar de impuestos y de carreteras, que es lo que toca, y si los agitadores de la política madrileña se resignan a perder la madre de todos los argumentos para demonizar a Sánchez acusándole de ser «el que pacta con terroristas», o si prefieren seguir dándole a la moviola, aunque ETA hace más de una década que ya no exista.
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