La corrupción política ha dejado de monopolizar la agenda pública en nuestro país durante unos días. Los sucesos de Torre Pacheco han puesto de relieve ... que España se ha unido, por desgracia, al creciente grupo de países europeos en los que la inmigración centra gran parte del debate político.
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Torre Pacheco, que poco a poco recobra la tranquilidad tras las fallidas cacerías de inmigrantes de la última semana, ha servido a las derechas para volver a vincular inmigración con violencia. El PP ha endurecido su discurso y Vox ha dado otro paso más en su radicalidad.
Las últimas encuestas reflejan un notable retroceso en la intención de voto del PSOE por el caso de Cerdán, Ábalos y Koldo. Caída especialmente importante entre las mujeres, que fueron clave en el buen resultado que obtuvo Pedro Sánchez en las generales de hace dos años. El principal beneficiario del desgaste no sería el PP de Feijóo, sino Vox.
A día de hoy no está nada claro, al contrario, que los conservadores puedan alcanzar el poder sin Vox. Nada extraño, pues, que el PP se haya fijado como objetivo recuperar votos en los caladeros de Abascal. Y que para conseguirlo, su narrativa estos días se haya asemejado aún más a la de Vox, que ha avanzado en su radicalización, siguiendo el ejemplo de Trump, la ultraderecha francesa o la alemana.
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Eso sí, no estaría mal que quien aspira a presidir el próximo Gobierno de España evite cometer nuevos errores de bulto. Si hace dos años juró y perjuró que su partido siempre ha subido las pensiones el IPC -falso-, el miércoles volvió a protagonizar otra metedura de pata al demandar que los inmigrantes irregulares condenados por la comisión de algún delito sean expulsados de España. No hace falta, así lo recogen nuestras leyes.
Claro que el paréntesis ha durado poco. La sombra de la corrupción vuelve a cernirse de nuevo sobre el PP. Un juez de Tarragona, tras siete años de investigación, ha imputado por corrupción al que fuera todopoderoso ministro de Hacienda conservador Cristóbal Montoro y al grueso de su equipo. En concreto, por beneficiar a empresas gasistas con cambios legales hechos a medida a cambio de dinero. Génova ha intentado quitar hierro a un asunto grave. Error. Y el implicado se dio ayer de baja del PP.
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Otro mínimo respiro para Sánchez en su intento por agotar la legislatura tras fracasar con sus últimas cesiones a sus cada vez más voraces socios de investidura. Tampoco le irá mal el macroajuste presupuestario de 44.000 millones anunciado en Francia por Bayrou, primer ministro conservador de Macron. Un plan que implicará la congelación de las pensiones, recortes sociales y la supresión de dos días festivos del calendario laboral. Sólo subirán los gastos de Defensa, como prometieron a Trump todos los aliados de la OTAN, excepto España.
Y es que Francia se halla al borde de la bancarrota. Su deuda alcanza el 113% del PIB. La de Italia llega al 134,3. España está en el 103 y el Reino Unido en el 96,4. Como para que nadie presuma habida cuenta de que la UE también ha advertido de que llegan ajustes para pagar los créditos mancomunados de la covid.
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