¿A qué aguarda Sánchez?
Alberto Núñez Feijóo se está convirtiendo en el mejor aliado de Pedro Sánchez para ir sorteando su amplia maleta de problemas. Esta vez ha sido ... la desafortunada invitación del líder del PP al presidente en el debate mensual entre ambos en el Senado a que «deje ya de molestar a la 'gente de bien', de meterse en la vida de los demás», con leyes como las del 'sólo sí es sí' o la 'ley trans'.
¿«Gente de bien» igual a ciudadanos conservadores? ¿A quienes rechazan el aborto o la normativa trans? ¿A quienes no votarían jamás a Pedro Sánchez? Qué más da. Lo cierto es que el líder de la oposición regaló el martes a los socialistas una nueva percha a la que asirse por unas horas y restregar a los populares su histórica oposición a cada ley de avance social que se ha aprobado en este país y su cercanía con los grandes empresarios y la banca.
Eso, el aniversario de la fulminante operación contra Casado que llevó a Feijóo a Génova y la foto de ayer de Sánchez con Zelenski en Kiev, han regalado unas horas de cierto sosiego al partido mayoritario del Gobierno. Una minitregua porque, de nuevo, la pinza que forman el socio menor de la coalición, Unidas Podemos, con ERC y la izquierda abertzale se lanzó rápidamente a censurar al presidente por la entrega a los ucranios de diez viejos carros de combate Leopard, que no seis como había avanzado la ministra Robles. Aún así, nuestro país sigue sin figurar ni entre las veinte naciones que más se han volcado con Zelenski.
Pero los problemas regresarán hoy tozudos a Moncloa. Problemas como la estudiada negativa podemita a reformar la ley del 'sólo sí es sí' para que los jueces no tengan que seguir rebajando penas o excarcelando a delincuentes sexuales, incrementando así el enfado y la preocupación ciudadana.
Problemas como el persistente boicot comercial de Argelia a nuestro país tras la decisión unilateral de Sánchez de abandonar a los saharauis y abrazar las tesis marroquíes que, por cierto, siguen sin abrir-reabrir los puestos aduaneros de Ceuta y Melilla. Y problemas como la grosera continuidad en el Gobierno de coalición del ministro Marlaska, tras lo sucedido en la verja de Melilla, o de la ministra de Transportes, Raquel Sánchez, tras el vergonzoso episodio de los nuevos trenes para Asturias y Cantabria.
Pablo Iglesias está convencido, y tiene razones para ello, de que Sánchez en ningún caso romperá el Gobierno, que aguantará como sea hasta diciembre, y ha decidido hacer política pensando sólo en electorado. Forzando la máquina lo que sea necesario. ¿Veremos al PP salvando al alférez Sánchez en la votación para reformar la ley de 'sólo sí es sí' en marzo? Cada vez parece menos improbable.
Si UP –que no Yolanda Díaz–, ERC y EH Bildu han decidido desgastar a Sánchez, tal vez el PSOE debiera reflexionar si le conviene seguir atando su futuro a estos partidos con lo que ello implica de cesiones sin límites. ¿Cambiarán las cosas si el socialismo se lleva un buen estacazo en mayo y pierde Sevilla, Extremadura, Aragón y otras comunidades?
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