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Lienzo de muralla de la Cité de Carcasona, como sacada de una ovela de caballerías. L. Moro

El corazón amurallado de Carcasona

Una ruta por la ciudadela medieval, la joya del Languedoc, que te transporta a otra época sin filtros ni imaginación

Viernes, 5 de septiembre 2025, 15:43

Sobre una colina en pleno corazón del Languedoc, Carcasona asoma como sacada de las páginas de una novela de caballerías. Una ciudadela medieval con murallas ... que fortifican la ciudad y torres que vigilan cada punto del horizonte no necesita filtros ni imaginación; solo hay que cruzar cualquiera de sus puertas para sentirse en otro siglo. Su interior guarda historia, rincones, miradas y lugares como la basílica de Saint-Nazaire, el Castillo Condal y el conocido paseo sobre las murallas que rodean la ciudad.

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Le recomiendo entrar por la Puerta de Aude y transitar a través de renovadas calles peatonales, más agradables y resguardadas del sol que la empinada cuesta que lleva a la Puerta Narbonnaise, que puede sentirse como una penitencia medieval si el calor aprieta. Por el camino está la iglesia de Saint Gimer, una joya gótica diseñada por el arquitecto que se encargó de la renovación de la ciudadela, Viollet-le-Duc.

El sendero empedrado que zigzaguea lleva a una entrada que parece clandestina. Una vez dentro, a cada paso por las estrechas calles, te envuelven las fachadas de piedra con sus balcones llenos de flores. Si no fuese porque la mayoría de los bajos de los edificios albergan tiendas de souvenirs, bares y restaurantes, la sensación sería la de un viaje en el tiempo. La Place Marcou reúne varias terrazas donde saborear el típico cassoulet, un guiso tradicional de alubias y pato.

Datos

  • Desde Bilbao: 5 horas en coche

  • Precio: Visitas 19 euros en temporada alta

  • Duración: De 3 a 6 horas

Es imprescindible el recorrido por el interior de las murallas. Tienes que saber que a este recorrido no se puede acceder con carritos de bebé (te lo guardan si estás dispuesta a llevar al peque en brazos) y tampoco permiten la entrada con perros (y estos no te los guarda nadie). La entrada en temporada alta cuesta 19 euros, pero incluye la visita al Castillo Condal.

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El recorrido por las murallas te hace entender que no solo eran una forma de protección, sino que desde allí podían anticipar cualquier ataque. Se puede ver el interior de la ciudadela, sus tejados rojizos o sus patios escondidos. Y la mirada hacia el exterior te lleva al valle de Aude. Un extenso campo de viñedos, girasoles y, en los días claros, puedes ver los Pirineos.

Al norte de la ciudadela escondida entre los muros se encuentra la basílica de Saint Nazaire, junto al Teatro de la Cité. La sobria fachada, una mezcla de románico y gótico, no anticipa lo que te vas a encontrar en el interior. Tras la entrada principal, no queda otra que rendirse al color de las impresionantes vidrieras del siglo XIII restauradas con una impecable precisión. El ábside, elevado y esbelto, contrasta con la anchura más ruda de la nave principal. Las esculturas, los capiteles tallados y los detalles en piedra parecen resistirse al deterioro del tiempo.

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Resulta imposible no pararse ante el Castillo Condal. Los vizcondes de Carcasona fueron los residentes de esta pieza clave de las defensas de la ciudadela. Un recorrido diseñado para que no te pierdas ningún detalle. Patios de armas, pasadizos y habitaciones austeras. En el museo interior encontrarás restos del pasado visigodo y medieval, esculturas y restos de capiteles.

Finalmente, llegamos a lo que para la mayoría es el principio. La concurrida Puerta Narbonnaise. Dos torres gemelas de planta circular flanquean esta entrada. Desde fuera se observa el puente levadizo reconstruido desde el que se puede ver el profundo foso que rodea las murallas y que hoy está cubierto de vegetación y seco. Al abandonar la Cité, verás por qué fue mucho mejor hacer el recorrido a la contra.

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Carcasona ofrece mucho más que la ciudadela. En la ciudad baja hay algunas paradas de gran interés. El Museo de Bellas Artes, que además es gratuito, ofrece una colección que va del barroco al arte moderno. La catedral de Saint-Michel, la iglesia de Saint-Vicent o el Jardín del Calvario con sus cipreses son algunos de los lugares que te permiten conocer toda la historia que envuelve este enclave de Occitania.

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