Bilbao, 'Portu', Gernika... rutas por cinco tramos del Camino de Santiago sin alejarse de casa

Todos los caminos conducen a Roma y unos cuantos llevan a Santiago de Compostela. Dos en concreto (el Camino del Norte y el Camino Vasco del Interior) atraviesan nuestras tierras para acercar a los peregrinos hasta la ciudad donde la tradición afirma que reposa el santo. El primero conecta Irun y la ciudad gallega por la cornisa cantábrica. Muy concurrido en los primeros años, diversos documentos atestiguan su uso al menos desde el siglo X. Regalaba vistas sobre el Cantábrico, montañas y parajes boscosos, pueblos bucólicos y marineros, además de ciudades.

El segundo desvía el Camino Francés hacia Santo Domingo de la Calzada o Burgos, según preferencia, antes de continuar hasta el destino. Devoción, perdón, cura de enfermedades o promesas inspiraban los pasos. Se sumaron más tarde las ganas de conocer gentes y tierras extrañas. Si no los has recorrido, ahora puedes aprovechar para seguir la vieira sin salir de tu ciudad.

Desde la Asociación de Amigos de los Caminos de Santiago de Bizkaia confirman que el itinerario tradicional arranca en la basílica de Begoña. De estilo gótico, su amatxo goza de gran devoción entre los bilbaínos. Sorprende de la iglesia su peculiar esbeltez, con portada de corte renacentista y arco triunfal. Visitado el templo, hay que descender hacia las Calzadas de Mallona, que favorecían el tránsito de personas y animales por la empinada cuesta. Desciende sus más de 300 escalones y aparecerás en la Plaza de Unamuno, dedicada al literato que nació a pocos metros y jugó en ella. En la calle de la Cruz espera la iglesia de los Santos Juanes (XVII); ocupa junto al Museo Vasco el solar de una fundación jesuítica construida extramuros. De estilo barroco, cuenta con un altar dedicado al Sagrado Corazón único en el mundo.

La catedral de Santiago es la estrella del recorrido jacobeo. La Puerta del Peregrino remarca el homenaje al apóstol Santiago, patrón de la villa desde 1643. Levantada en el siglo XV según estilo gótico, sobresale el claustro. Tras el recogimiento al que invitan sus vitrinas regresa a la claridad para recorrer Tendería y la Ribera hasta la iglesia de San Antón (XV), donde esperan los cimientos de la muralla.

Cruza a Bilbao La Vieja y sigue por San Francisco –puedes visitar el Museo de Reproducciones–. Casi en Zabalburu te desviarás a Hurtado Amézaga para admirar la iglesia neogótica de San Francisco de Asís o Quinta Parroquia. La familia Zabálburu, que vivía en el cercano palacio de Mena, cedió el terreno y costeó parte de su obra, levantándola con arenisca del monte Oiz.

El proyecto de Landecho ganó la medalla de oro en la Exposición de Bellas Artes de Madrid en 1890; sobresalen las vidrieras encargadas a Múnich. Continúa por Autonomía y la Avenida Montevideo hasta Basurto; elige Lezeaga y Camino Kobeta. Ascenderás por Altamira hasta la parroquia de la Santísima Trinidad.

Empieza en la calle Santiago, que hereda su nombre de un hospital nacido bajo su advocación en 1420. El segundo punto es el Portal del Rey, denominado así por la visita del emperador Carlos V en 1524. Sigue por la calle Nueva Dentro, antigua Judería. En la pequeña capilla de Cristo de San Ildefonso espera la talla gótica del XIV que adoraban los peregrinos. Puedes apuntarte a la visita a la catedral de Santa María, que despejará dudas sobre la construcción iniciada en el siglo XIII. Anexa aguarda la parroquia de Santa María, antigua capilla de Santiago, con representaciones del santo.

El Palacio de Escoriaza Esquivel (XVI) protege un precioso patio interior; en el de Montehermoso (XVI) se hospedaba la realeza. Mira el pórtico viejo de la iglesia de San Pedro (XIV, Monumento Histórico-Artístico Nacional), que guarda preciosas tallas, incluida la de Santiago peregrino. El neoclásico Palacio de la Provincia se alza frente a la estatua de Mateo de Moraza, defensor de los Fueros.

Adorada por todos, la plaza de la Virgen Blanca suponía la principal entrada a Vitoria y escenario del mercado. Sigue a la del General Loma con el barroco convento de San Antonio (1622), sede hoy del Parlamento Vasco y antaño instituto y fuente de vida intelectual. Continúa hasta el Parque de la Florida de trazado romántico parisino. Al Paseo de la Senda, entre plátanos centenarios y palacios como el de Zulueta. Así alcanzas el de Fray Francisco de Vitoria y sus castaños de Indias. La idea es terminar en la basílica románica de Armentia (XII), centro espiritual en la Edad Media para despedirse de la senda en el Paseo del Peregrino.

El Obispo Mártir de Arzendjan (Armenia) pasó por «la ciudad grande de Portugalete», como él mismo la describió, en 1494. Completaba el viaje de la ruta costera, donde ahora las lindes entre Sestao y Portugalete se difuminan mientras paseas hacia la desembocadura del Nervión. El Puente de Bizkaia, Patrimonio de la Humanidad como ejemplo de la Revolución Industrial y arquitectura del hierro, deja claro el espacio que pisas (reserva visita audioguiada en la web). Inaugurado en 1893 con una longitud de 160 metros, se apoya sobre cuatro torres que ansían tocar el cielo con más de 60 metros de alto.

Nació bajo la Regencia de María Cristina, cuando el arquitecto Alberto de Palacio y el ingeniero Ferdinand Arnodin, discípulo de Eiffel, unieron las orillas sin perturbar el tráfico marítimo. Las vistas permiten volar al alma peregrina. Pensar en los 21.041 tornillos, 88.248 kilos de cables de acero, 728.447 de hierro laminado y 10.629 remaches usados.

Continúa hasta la iglesia de Santa María, pues hay signos del santo en la capilla con su nombre; fíjate en el altar dedicado a Santiago Matamoros en la batalla de Clavijo. Rodea el templo para seguir por el Cantón de la Iglesia, vira a la derecha por Coscojales y elige Santa Clara. Llegarás al 8 de Casilda Iturrizar, donde se encuentra el albergue de peregrinos.

Portugalete pone punto final al paisaje urbano, fluye hacia la costa aunque faltan 11 kilómetros para la playa. Toma la dirección de frente por Casilda Iturrizar y Carlos VII, baja al bidegorri y síguelo. No puedes hacerlo ahora pero, tras salvar por encima la A-8, las flechas amarillas señalan rumbo alternativo a Ortuella.

Flechas amarillas marcan la ruta por Gernika, donde los peregrinos llegan desde la Colegiata de Zenarruza. Ya en el municipio, descansan antes de afrontar la etapa hacia Bilbao. En la plaza Foru espera el ayuntamiento y en un alto, la iglesia de Santa María. Sobresaliente entre el gótico vasco, luminosa como pocas, se construyó en el XV mezclando piedra tallada y mampostería sobre ocho elegantes columnas jónicas. Posee, además, un excelente órgano Walcker de 1889 y un hermoso campanario obra de Manuel Capelastegui.

Discurrirás tranquilamente por Santa Klara hasta la Casa de Juntas, que acoge reuniones al menos desde el siglo XIV. Allí luce orgulloso el Árbol de Gernika, símbolo de las libertades del pueblo vasco, bajo el que el Señor de Bizkaia juraba su cargo. Abandona el lugar pasando bajo un arco. Dejarás atrás el colegio Allende Salazar para girar a la izquierda hacia las calles Zearreta y Mestikabaso antes de entrar al barrio de Zallo. Objetivo: la ermita de Santa Lucía, a donde acudían en procesión los vecinos en tiempos de sequía para implorar lluvia portando la imagen de San Lorenzo. A la santa, en cambio, solicitaban ayuda contra los males de vista.

Una caminata de 28,1 kilómetros separa Gernika de Lezama, desde donde faltan 11,2 para llegar a Bilbao. A este pueblo del valle de Txorierri se llega por la carretera de Larrabetzu. Cruzas el centro de la localidad hacia los últimos barrios de paisaje rural, vigilados por los montes Artxanda y Avril. Pasarás por Aretxalde, donde aguarda la iglesia gótica de Santa María (XVI), que conserva la mesa donde antaño se reunían los vecinos. La casa solar de Oxangoiti levantó, en el XIII, este templo parroquial.

El ejercicio de su patronato sería donado a finales del XV por los feligreses a Juan Alonso de Mújica y su hijo, dueños de la casa solar de Butrón. Debían cumplir la obligación aprobada por el Papa Juan II: conceder prioridad en la presentación de beneficiarios a los pilongos (los allí bautizados) antes que a los extranjeros. Antes del desvío merece la pena acercarse a la torre señorial de Lezama para revisar sus vanos floreados que suavizan la construcción. Encargada posiblemente en el XI, Pedro Ruiz de Lezama la reconstruyó en 1360, aunque acabó en manos de los señores de Butrón.

Sigue hacia el humilladero del Santo Cristo, uno de los más bellos ejemplos del barroco vasco, algunos incluso la califican como la ermita más hermosa de Txorierri. Se levantó en el XVII, aunque las referencias datan de 1580. El pórtico cubierto, sostenido por columnas toscanas, muestra el antiguo encachado (revestimiento de piedra) del suelo; busca dos corazones. Solo queda acceder al barrio de La Cruz, tras el que se alzan los polígonos industriales de Zamudio.