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El mirador del Tombo, sobre el bosque de Corona. Debajo, rincón de Cordiñanes con los hórreos en primer plano. Sergio García

El pueblo que mira a la montaña para saber la hora

En el valle de Valdeón, donde Pelayo juró como rey y abrió la Reconquista, todavía se escuchan los ecos de antiguas monterías para dar caza al lobo

Jueves, 7 de agosto 2025

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Confieso que llegué sin aliento, primero porque los años pesan, y segundo porque para cuando llegas al mirador del Tombo llevas más de una hora ... enfilando repechos, algunos con desniveles del 20%, encajados en un valle que es cicatriz excavada entre los macizos Occidental y Central de los Picos de Europa. Claro que el escenario ayudaba a pasar el trago: un bosque atlántico, el de Monte Corona, poblado de hayas, robles, tilos, castaños y fresnos; el cielo despejado y surcado por águilas y buitres, que patrullan las paredes agrestes y los tortuosos canales que se elevan hasta las cumbres donde habitan los rebecos; el río Cares, que desciende cascabeleante entre pozas donde el agua se remansa y las truchas levantan el limo en busca de comida. Hay tanta vida alrededor que cuando uno irrumpe en ese universo y pone en alerta a todo lo que se mueve, el silencio se escucha. Un escenario de belleza tan abrumadora que no cuesta dar crédito a la leyenda que asegura que Pelayo escogió este emplazamiento para ser elegido rey, dando con ello comienzo a 800 años de Reconquista.

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