El pueblo que Aragón perdió por un préstamo
Petilla de Aragón (Navarra) ·
Podría parecer un acertijo pero no lo es. Petilla de Aragón se llama el pueblo y, aunque su nombre dice que es de Aragón, está ... en Navarra. Es una pequeña isla, en realidad dos, de territorio navarro enclavado en Aragón; una isla erguida entre pinares en la comarca de Cinco Villas de la provincia de Zaragoza.
Petilla es un pueblo de esos alargados que, aunque tiene tres calles -Mayor, Amadeo Marco, y Santiago Ramón y Cajal-, todo se reduce a una, por supuesto la Mayor; tiene media plaza, parroquia de San Millán románica del siglo XII y tampoco le falta casa consistorial con reloj y banderas pero casi nunca abierta.
Quien vaya un día laborable de invierno tendrá difícil encontrarse con ningún ser humano por allá. Podrá ver bien los peñascos de La Torreta, donde antes estuvo un castillo del que no queda ni una piedra pero que dio origen a este pueblo remoto. Entonces, en el siglo XIII, estaba por ahí la frontera entre los reinos de Aragón y de Navarra, el de Pedro II y el de Sancho VII.
Una leyenda cuenta que Pedro II perdió Petilla junto a otras ocho aldeas fortificadas jugándoselas a las cartas con Sancho VII El Fuerte, pero más creíble parece el relato histórico según el cual el primero ofreció cuatro castillos, y entre ellos Petilla, al otro a cambio de un préstamo de 20.000 maravedíes. Veinte años tenía el aragonés para devolver el dinero pero, cuando ya mandaba en Aragón Jaime I, no pudieron hacer frente a la deuda y así, en 1231, el castillo pasó a ser del Reino de Navarra. Los mañicos quisieron después recuperar Petilla en varios lances armados pero el pueblo y su castillo se resistieron ferozmente sin permitir el asalto y nunca dejaron de ser navarros. Ni después de que en 1383 Carlos II les concediera el título de villa, ni cuando los aragoneses propusieron una permuta de tierras para que se fueran. Y por eso Petilla, aunque es de Aragón, sigue siendo Navarra.
Como está muy apartado a punto estuvo de despoblarse; menos mal que intervino la Diputación Foral para reconstruir el pueblo. Después de 1952 le lavaron la cara, arreglaron casas y calles, acondicionaron las carreteras y así está ahora de bonito, aunque con solo una treintena de vecinos difíciles de ver por allá le sigue sobrando soledad.
Curioso y memorable es que allí naciera en 1852 un insigne, el doctor Santiago Ramón y Cajal, descubridor de la neurona nerviosa y referente mundial en los estudios del cerebro, por lo que se le concedió el premio Nobel de Medicina en 1906. Ramón y Cajal, que no vivió en Petilla más que en su tierna infancia y al final de sus días, fue también apasionado del dibujo y de la fotografía y llegó a inventar cosas tan peculiares como el fotofonógrafo y el microfonógrafo. Una placa le recuerda en el muro de su casa natal pero su museo, aprobado por el Gobierno de España en junio de 2024, no estará en Petilla; se quedará en Madrid.
Petilla sigue encaramado en su balcón y todavía se llega a sus pies recorriendo parajes pintorescos. Se viaja entre campos de labor, pinares y pueblos bonitos; se pasa junto a Navardún, que saluda con su perfecta torre vigilante, también al lado de la ermita de La Caridad, que mira desde sus muros encalados hacia Petilla enseñando un panorama perfecto. No es mala circunstancia que Navarra esté también en Aragón.
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