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La alcaldesa de Bermeo lanza la teja en la fiesta de Madalenas del año pasado. Maika Salguero
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Mitos y leyendas de la isla de Izaro

Mundaka (Bizkaia) ·

Jueves, 17 de julio 2025

El 22 de julio son Magdalenas. En Bermeo, Mundaka y Elantxobe se celebra mucha fiesta. Jornada reivindicativa de territorios en una isla, así parece; jornada ... renovadora de mitos y leyendas sin duda. Día para mirar al mar y también a la conciencia de la fiesta. En la arribada al pequeño puerto de Mundaka hay un peñasco sobre el que se sostiene una cruz enfrentada al embate de las olas.

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Si alguien pregunta a quien pasea ante ella con la isla de Izaro siempre al fondo, lo normal es encontrar un encogimiento de hombros como respuesta. Pues esa cruz, nos lo dice un buen conocedor de estos rincones como un tal Ormaetxea y buen mundakarra, «se colocó en la iglesia del pueblo en 1912 para conmemorar la galerna que se llevó a más de un centenar de pescadores de esta costa, la mayor parte de Bermeo, pero más tarde se trasladó a la roca de la barra para que ejerciera su poder apaciguador sobre las olas que dificultan el acceso al puerto, un auténtico amuleto para aplacar al mar».

La cruz parece también vigilar la 'ola de Mundaka', famosa en el mundo entero por los surfistas que vienen a cabalgarla. Y es bueno que la vigile porque esta ola tan buena para el deporte es traicionera para los barcos. Lo cuentan las historias repetidas de naves naufragadas por su culpa, sin ir más lejos el 'Zer Dakar' que en 1999 embarrancó cargado de gente cuando en su recorrido ritual entraba al puerto de Mundaka durante la fiesta de la Magdalena. Menos mal que pescadores como Joserra Riguero estaban allí para salvar a los náufragos.

Todo esto lo contempla el más completo escenario de leyendas de esta costa vasca: la isla de Izaro. El promontorio sostiene ruinas de un convento y mucho más, pero sobre todo decenas de leyendas que la historia no puede certificar. Por ejemplo, que el corsario sir Francis Drake atacó Izaro y arrasó el convento franciscano en ella instalado; pues no, fueron los corsarios hugonotes que, cabreados porque no pudieron entrar en Bermeo, la emprendieron con lo que allí había y pegaron fuego a casas y sotanas.

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Es historia cierta que Bermeo donó en 1422 las tierras de la isla a los franciscanos para fundar allí un convento, y eso hicieron cuatro frailes, capitaneados por Martín de Arteaga. Y comían lo que daba la isla y sus gaviotas, y cuando no les daba bastante levantaban una bandera blanca y los bermeanos les socorrían.

Se conserva también, de un poco más tarde, una escalinata de acceso, al menos una parte de sus 255 escalones, que mandó construir la reina Isabel la Católica después de su visita en 1483. ¡Ay! qué mal lo debió pasar la pobre en su desembarco para pedir tal trabajo en la isla. Venía de jurar los fueros en Vitoria.

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Nada hay tampoco que los historiadores puedan documentar de que Bermeo ganara la isla con una regata disputada a Mundaka, otra leyenda más. El 22 de julio por Magdalenas el alcalde de Bermeo lanza una teja al mar y celebra así, como en otros tantos recorridos de mojones limitadores de concejos (Vitoria, Otxandio, Arakaldo...) uno de los lindes de la localidad costera, solo que este viaje no se realiza a pie sino en barco, y se hace con una teja porque ese es un símbolo de la casa. «Hasta aquí llegan las goteras de Bermeo», grita en euskera quien lanza la teja.

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