Los mejores planes culturales para este fin de semana

El Teatro Barakaldo estrena en Euskadi una obra que aborda un tema de extrema crudeza con tono inquietante y tintes de humor negro. Belén Cuesta interpreta a una escritora que es detenida por unos crímenes sospechosamente parecidos a sus relatos y de los que acusan a su hermano discapacitado, al que da vida Ricardo Gómez. Considerada la obra maestra del dramaturgo, guionista y director de cine británico Martin MacDonagh, director de 'Tres anuncios en las afueras', 'El hombre almohada' se estrenó en Londres en 2004 e indaga en los traumas del maltrato infantil y en las heridas que pueden causarnos nuestros padres. Completan el reparto Manuela Paso y Juan Codina, bajo la dirección de David Serrano. Con una atmósfera asfixiante, la versión española incluye la recreación en escena de dos relatos utilizando marionetas y máscaras.

Ha agotado entradas para su estreno en castellano la primera producción propia de la Sala BBK, una versión libérrima y contemporánea de 'Yerma' que merece tener recorrido. Lleva el sello de la autora y directora bilbaína María Goiricelaya, que traslada el personaje al Bilbao de hoy para revisar los conceptos de maternidad, paternidad y corresponsabilidad. Ane Pikaza interpreta a una profesional de éxito con cierto estatus económico y una pareja estable, una mujer muy diferente a la que creó Lorca. Sin embargo, la imposibilidad de tener hijos «empieza a comerse su mundo y a llevarse por delante muchas cosas, algo impensable en una mujer empoderada de hoy», explica la directora.

El teatro de Pascal Rambert es un reto para los actores y una experiencia estimulante para el público. Su objetivo es conseguir el máximo impacto con las mínimas herramientas: un escenario desnudo como un cuadrilátero donde se libra un combate emocional. 'La clausura del amor' aborda la ruptura de una pareja con la crudeza de un lenguaje torrencial que ha tenido eco en numerosos países desde su estreno en el Festival de Avignon en 2011. Tras su existoso estreno en el Arriaga, llega a Galdakao su versión en euskera con Eneko Sagardoy y Miren Gaztañaga, dos actores que están cumpliendo un sueño. Cuando vieron la obra en castellano salieron impactados y propusieron hacer la adaptación, que firma el propio Sagardoy junto a la escritora Danele Sarriugarte. Su diálogo descarnado y por tiempos –primero él se explaya en sus reproches mientras ella guarda silencio– emociona.

Este fin de semana tenemos la oportunidad de ver en Mungia una obra que puede coronarse el lunes en los Max como la mejor para el público infantil y familiar de las que se estrenaron en 2020 en España. La veterana compañía vitoriana Teatro Paraíso ha llegado a la final con 'Uniko', que ya le ha valido a Maite Bayón el premio Feten por su trabajo de manipulación de marionetas y caracterización vocal. Mezclando estas técnicas con el teatro más realista, la obra aborda el tema de los celos desde el punto de vista de un niño y «sin paternalismos». Muestra el miedo íntimo que siente el protagonista ante el nacimiento de su hermana y cómo afecta eso a la familia, en un espectáculo para todos los públicos a partir de seis años.

Siempre se puede encontrar algo diferente en La Fundición, en este caso 'Mujer en cinta de correr sobre fondo negro', una pieza que escribe, dirige e interpreta Alessandra García. La malagueña compagina el mundo de la performance con la docencia y se siente más cerca del arte contemporáneo que del teatro. Con una escenografía que recuerda a una sala de escape y una cinta de andar que no lleva a ningún sitio, hace «una radiografía del ciudadano de barrio humilde». La vida como una batalla cotidiana que plantea temas como la superproducción textil, el capitalismo, el entretenimiento y la cultura. Una obra de teatro político que apela a la risa y al pensamiento.

La Compañía Joven de Pabellón 6 nos acerca con 'Migraaaantes' a un autor de prestigio y poco conocido en España, donde esta obra ha sido estreno absoluto. Matei Visniec es una referencia en su país, Rumanía, y en Francia, donde se exilió durante la dictadura de Ceacescu. Poeta, dramaturgo y periodista, creció en un régimen represivo y abrazó la dictadura como «el gran espacio de libertad». 'Migraaaantes' sacude al espectador desde el subtítulo: «sobra gente en este puto barco». La obra aborda la crisis migratoria y la identidad europea desde un ángulo inesperado, el humor y el surrealismo, aunque lo que cuenta se basa en historias reales. El público comparte con los actores un viaje que plantea preguntas para hacernos reflexionar.

La Orquesta Sinfónica de Bilbao (BOS) empieza hoy jueves el curso de su centenario. Eso es motivo de celebración. Cien años son muchos. Pensemos que cuando la formación dio su primer concierto, el 8 de marzo de 1922, Ravel no había compuesto el 'Bolero' ni Guridi 'El caserío', Shostakovich estaba escribiendo las primeras piezas de su catálogo, faltaban diecisiete años para el estreno del Concierto de Aranjuez y Schoenberg ultimaba su 'Método para la composición con doce sonidos', que publicaría un año más tarde.

En la temporada de su centenario, el primer concierto está dedicado íntegramente a la música vasca, cuya promoción ha sido siempre una de sus tareas más relevantes. En el programa, tres clásicos, de trayectorias muy distintas: Arriaga, que como es sabido murió tempranamente en París; Isasi, que se formó en Alemania y eso marcó poderosamente su obra; y Guridi, que estuvo en Francia, Bélgica y Alemania en sus años de aprendizaje y a quien se considera el creador del nacionalismo musical vasco. Y junto a ellos, una compositora de hoy con una obra de estreno: se trata de Isabel Urrutia, que ha dedicado 'Utopías' a la BOS.

Estamos pues ante un viaje de dos siglos: de 'Herminie', escrita en 1825, hasta la pieza de Urrutia. Del clasicismo al nacionalismo y la música contemporánea. El panorama más amplio para empezar la fiesta.

Una de las novelas más conocidas de Françoise Sagan se titula 'Aimez-vous Brahms?'. No es que el compositor hamburgués tenga papel alguno en el relato. La pregunta forma parte de un diálogo entre los protagonistas y se refiere tan solo a si le apetecería ir a un concierto que dan esa noche. Hasta ahí llega Brahms.

Pero Euskadiko Orkestra va más allá y como preludio a las celebraciones del 125 aniversario de la muerte del músico ha organizado un ciclo sinfónico bastante completo: en realidad de las obras importantes solo falta el Concierto para violín. El problema está en que para escucharlo entero hay que peregrinar por cuatro ciudades y apuntarse a varias funciones. En Bilbao estamos de suerte: nos han tocado el Concierto para piano y orquesta Nº 2 y la Sinfonía Nº 3.

El concierto es una obra enorme, una verdadera pieza maestra que se aprecia más a medida que el oyente envejece, escucha otras cosas y educa su oído. No hay virtuosismo vacuo, ni alardes de sentimentalidad ni dramatismo denso. Lo que ofrece es una música intensa, esencial hasta la médula; una de esas partituras que, cuando están bien interpretadas, apelan al oyente.

Después, la Sinfonía Nº 3 ofrece una de las más bellas melodías de la producción de su autor. Es difícil quitarse de la cabeza ese tercer movimiento que frente a la opulencia bruckneriana (por ejemplo, su Sinfonía Nº 7, escrita a la vez) recurre a una sencillez casi espartana para decir mucho con muy pocos recursos. Cuando se estrenó, la sinfonía tuvo tanto éxito que llegó a programarse como pieza única: sonaba en la primera parte y se repetía en la segunda. Lo entiendo.

La Filarmónica ofrece una dosis de Romanticismo en estado puro para recibir a sus socios después del verano y tras año y medio de cancelaciones, restricciones y condiciones difíciles para poder llevar a cabo los conciertos previstos. Sobre el escenario de la sala de Marqués del Puerto estará un pianista clásico. Se trata del checo Rudolf Buchbinder, un intérprete con un repertorio muy amplio pero en el que destaca sobre todo su trabajo con compositores del Romanticismo.

Puede que lo más conocido de Buchbinder sea su versión del ciclo completo de las sonatas de Beethoven, pero cerca de esa cima en cuanto a prestigio de su interpretación está Schubert, cuyo período creativo coincide además con la etapa final del sordo de Bonn. Para abrir el telón de la Filarmónica, Buchbinder abordará los Cuatro impromptus D. 899 y la Sonata Nº 21 D. 960. Son obras de los últimos meses de vida del compositor. Los impromptus, de 1827, y la Sonata del año final, 1828. En este caso se trata de su última obra pianística relevante. Y qué sonata. Cuarenta minutos de una intensidad como pocas veces va a hallar el aficionado. Solo se compone así cuando alguien se sabe con un pie en el estribo, como dijo Cervantes.

Excepto en las salas de Bilbao, la danza tiene unos cuantos buenos días por delante esta semana. Y todo talento vasco, que también hay que decirlo. El de la donostiarra Iratxe Ansa, último Premio Nacional de Danza –y desde hace mucho figura reconocida a nivel internacional que ha bailado en compañías como el Nederlands Dance Theatre, el Basel Ballet y la Compañía Nacional de Danza–, llega al Teatro Barakaldo con la última pieza creada con su pareja Igor Bacovich, con quien forma desde hace un par de años Metamorphosis Dance. Verdaderos virtuosos del movimiento, muy físicos, capaces de cambiar el paso y el ritmo en un segundo, muestran aquí cómo afrontan su trabajo y cómo lo entienden, componiendo un todo con la música y la luz, que son parte fundamental de la propuesta. Eso será mañana, en el marco del Dantzaldia.

El sábado, en Basauri, la compañía Lasala interpreta 'Dead'... o una invitación a repensarnos, revisarnos, traspasar límites y creencias, trasformarnos y tomar las riendas de nuestras vidas antes de que sea tarde. El contraste –que impacta en el espectador cuando menos se lo espera– es continuo en el trabajo de este colectivo dirigido por Judith Argomaniz que nació con la idea de aunar artistas del ámbito de la danza y de la fotografía para poner en pie un nuevo lenguaje físico con una estética contemporánea.

El mismo día está en Gernika Kukai, con 'Gauekoak'. Las coreografías de nombres reconocidos de la danza como Cesc Gelabert, Israel Galván y Sharon Fridman se unen a la de Jon Maya para revisitar la danza tradicional, como hace él, y añadirle más contemporaneidad. Las cuatro miradas van a confluir en la noche, cuando todo es posible, cuando vuelan los pensamientos y aparecen seres (o partes del ser) que a plena luz del día se esconden.

Y el domingo, en Galdakao, es el turno de la bailaora Adriana Bilbao, que sigue de gira con su 'Éclat', una historia de la vestimenta femenina, y con ella de las limitaciones y de la libertad de las mujeres a lo largo del tiempo.

El trabajo a cuatro manos de MB genera una obra extraña y bellamente homogénea.

No sólo podemos contemplar arte en museos y galerías. Narata, un establecimiento relacionado con el diseño, cuenta con un programa tan interesante como el de espacios dedicados exclusivamente a la plástica. La calidad de las obras exhibidas es incuestionable. Buena parte de los artistas emergentes vascos ha participado en sus muestras, generalmente de pequeño formato. Sus propuestas son una interesante opción para descubrir autores y tendencias en la pintura o el grabado, por ejemplo, e iniciarse en el coleccionismo.

El colectivo MB, formado por Bernarda Beñat G y Maialen Gallastegi, es una 'rara avis' con capacidad para seducir y crear acólitos. Su fórmula es original. Dos compañeras de facultad coinciden en una asignatura y comienzan a intervenir simultáneamente en la obra de la otra. Ese primer contacto propicia una forma de hace que se convierte en seña de identidad. Cada una interviene en los archivos de la otra a través del dibujo, la pintura y la técnica digital, y el desapego, la falta de contextualización de lo que es ajeno, proporciona libertad para la intromisión.

'Moaré', su exposición en Narata, nos habla de ondas, de piezas que remiten a la abstracción pero que han partido de telas halladas y álbumes familiares, tratadas hasta conseguir una extraña uniformidad. Las obras de MB parecen contener una vibración sutil que surge de la experimentación y el acuerdo entre ambas. Como formas que evocan fluidos, patrones textiles o una sintonía inaudible, las piezas parecen evadirse de su origen y convertirse en elementos autónomos, aunque partícipes de un ritmo compartido.

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