Miera, el más agreste de los valles pasiegos de Cantabria
La belleza natural se funde con el alto valor del subsuelo, el arte prehistórico y la arquitectura de la opulencia
Poco queda en el Valle del Miera de su pasado industrial, pero lo cierto es que hace años la actividad fabril dirigió parte de ... los destinos de esta zona, a pesar de ser reconocida como la más agreste de los valles pasiegos. Varios factores intervenían a su favor. Los centros de extracción de materia prima como la madera de sus abundantes bosques se encontraban próximos, igual que los yacimientos de la Sierra de Cabarga y de Somorrostro, que ofrecían riqueza mineral. La existencia del río Miera posibilitaba un transporte rápido y una fuente de energía eficaz. Y las penurias económicas de los lugareños sumaban mano de obra abundante y barata.
Debido a estas ventajas, Liéganes fue elegida para levantar dos altos hornos que surtían de cañones al imperio español. Aprovechando su impulso nacieron carboneras, obradores de herrerías, lavaderos, oficinas... que daban forma a las Reales Fábricas en pleno siglo XVII. Incluso idearon la presa, uno de los pocos testigos de la época que aún queda en pie.
Información
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Oficina de Turismo de Liérganes Puente Romano, 16. Teléfono: 942 521 621. Mail: turismo@aytolierganes.com.
La economía local creció de la mano de esta actividad y de otra menos bélica, la termal, ligada al manantial de la Fuensanta, que atrajo a los buscadores de turismo saludable hasta el Gran Hotel Balneario Liérganes en 1879, centro con tantas innovaciones técnicas que incluso la familia real acudía a sus instalaciones durante sus estancias en el santanderino Palacio de la Magdalena.
Dinero atrae a dinero y de ello da fe la arquitectura nobiliaria clasicista presente en el coqueto conjunto artístico del pueblo, especialmente concentrado en el barrio Mercadillo y en la plaza de Vitote. La casona de los Setién, la del Intendente Riaño o la de 'Los cañones', adornada por armas fundidas en la fábrica de artillería, son ejemplos de esas construcciones. Ostentoso es sin duda el Palacio de La Rañada, situado al sur. Aseguran los expertos que no encuentra parangón en la provincia su crucero de 1712, que adorna el cierre de la finca, situada junto a la ermita de Santa María La Blanca. El premio a la originalidad se lo lleva la 'Giraldilla', edificio de estilo andaluz recubierto de azulejos, surgido a las órdenes de Manuel Cacho en 1890, en cuya cafetería podrás tomar un refrigerio.
Tampoco queda a la zaga de tanta magnificencia la arquitectura eclesiástica del pueblo en el que se imponen la iglesia de San Pantaleón, localizada en un altozano también al sur, y la de San Pedro adVincula, declarada Bien de Interés Cultural al ser una de las pocas representantes del renacimiento en Cantabria.
Valle arriba de Liérganes habría que detenerse en el palacio de Elsedo (s. XVIII), en Pámanes, una de las obras barrocas más representativas de la región. Erigido a las órdenes de Francisco Hermosa y Revilla, primer conde de Torrehermosa, caballero de Calatrava y alto dignatario de Felipe V, alberga actualmente un museo de arte contemporáneo.
Continuando hacia el sur deslumbra por su monumentalidad la catedral de Miera. Santa María de la Cárcoba creció a partir de un monasterio benedictino dedicado a San Juan. Acoge en su interior un conjunto de retablos barrocos del XVII entre los que destaca el de Hernando de Malla.
En la misma localidad es visitable la cueva de Sopeña, donde queda patente la espiritualidad de los habitantes del paleolítico y conocerás cómo hibernaban y morían los osos (Teléfono: 942 53 97 46).
El hombre pez
El antiguo molino de Mercadillo, construido en 1667 según las órdenes del secretario de la Inquisición Diego de la Rañada Rubalcaba, acoge (actualmente cerrado por la pandemia) el Centro de Interpretación del hombre pez. Además de informar sobre la leyenda de este mítico personaje, los visitantes pueden observar en sus dos plantas las ruedas que servían para moler el maíz y la que se utilizaba para el trigo. Francisco de la Vega era el nombre de este hombre pez que, cuentan, desapareció en la ría de Bilbao en 1674. Afirman las historias que, tras darle por ahogado, reapareció en la bahía de Cádiz cinco años después ante los sorprendidos ojos de unos pescadores. Aturdido, la única palabra que salió de su boca fue «Liérganes».Francisco fue devuelto a su tierra natal donde vivió hasta su muerte, nueve años más tarde.
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