Cinco rutas moteras para rodar por el País Vasco
Perfectas para que los amantes de las dos ruedas descubran nuestros pueblos, además de disfrutar del viento en la cara y la carretera
iratxe lópez
Jueves, 7 de febrero 2019
Hora de calzarse el cuero. De ponerse el casco y subir a la moto para disfrutar del viaje y de las vistas. De curvas insinuantes ... dibujadas en la carretera, sinuosas invitaciones a la partida. A cabalgar sobre el motor escuchando su rugido. Música celestial para unos ángeles del infierno (exentos de criminalidad) acostumbrados a sesgar en dos el aire mientras avanzan hacia un nuevo destino sobre dos ruedas.
Hay carreteras sin sexapil y otras que irradian sensualidad a lo largo y ancho del asfalto. Rutas amables, moldeadas por la orografía, en las que se agradece balancear el cuerpo al compás de las ondas. Cinco recomendaciones propone este reportaje, para sentir la libertad del viento envolviendo los músculos, la pasión por una tierra forjada a lo largo de los siglos.
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Sopuerta-Orduña
La idea es atravesar el interior de varios valles, traspasar Bizkaia, Araba y Burgos. No hace falta hacerlo de un tirón, prueba a detenerte. Busca espacios desde los que contemplar el mundo y conectar con la historia. Lugares marcados por los años como la Casa de Juntas de Avellaneda, actual Museo de las Encartaciones.
Edificio del siglo XIV, en él se celebraban hasta principios del XIX los encuentros entre representantes de los pueblos de cada comarca. Visitable hoy día, junto a su torre existen otros inmuebles: adosado a la derecha, el que fuera escuela y cárcel; a la izquierda, la casa del Teniente Corregidor (Barrio Avellaneda, Sopuerta. Tf. 946504488).
(48 km. sin apenas pendientes)
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Butrón-Mundaka
Contemplar el paisaje forma parte del valor añadido en una aventura viajera. Aquí te enamorarán las suaves colinas de Gatika y los campos cultivados de Morga, salpicados sobre laderas como trazos de un lienzo.
Puedes parar en Gernika, conocer su Casa de Juntas (Allende Salazar s/n. Tf. 946251138). Acceder a la sede del máximo órgano institucional de Bizkaia. Contemplar el mítico Árbol de Gernika, símbolo universal para los vascos. Allí se reunían los junteros en la Edad Media, en la ermita de Santa María de la Antigua, aunque el edificio actual de estilo neoclásico se construiría entre 1826 y 1833, bajo las órdenes de Antonio de Etxebarria.
Apelarán a tu curiosidad el salón, decorado con cuadros que retratan a los señores de Bizkaia; la Sala de la Vidriera, que hace referencia al roble y a las primitivas asambleas. Tras la cita cultural conduce junto a las marismas de Forua y Pedernales hasta alcanzar Mundaka. Cuenta la leyenda que hasta allí llegó, en el siglo X, un barco proveniente de Escocia con una princesa desterrada a bordo. Al desembarcar, los escoceses hallaron una fuente de claras aguas a la que pusieron el nombre de «munda aqua» (agua cristalina en latín). La princesa tuvo un hijo, Jaun Zuria, el primer Señor de Vizcaya.
(28 km. 40 minutos)
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Plentzia-Bakio
Corta pero de cierta dificultad. Continuamos en la costa vizcaína para afrontar un nuevo reto con mayor desnivel y curvas. A un lado el mar, al otro los bosques. El placer de conectar con la naturaleza, de soñar con tierras lejanas al otro lado del océano.
En Plentzia aprovecha para tomar unas rabas junto a la playa. Conocer el puerto de la antigua Placencia de Butrón, nacida al abrigo de los temporales del Golfo de Bizkaia, declarada villa gracias a la carta puebla concedida por Don Diego López de Haro en 1299.
En Bakio para ante la gótica Parroquia de Andra Mari, la románica Iglesia de San Pelaio y la de San Juan de Gaztelugatxe, bajo jurisdicción de Bermeo. Admira los palacios de Ormatza y Elexpuru de estilo barroco, la villa Quinta-Torre y el deteriorado palacio de Feliena, en el barrio de Basigo; Torrea e Itxas-Ondo en Bentalde; o Rosario Enea y Casa Torre de Balanda, en Basigo.
Entre salida y destino, disfruta las vistas en Armintza o a vislumbra la fantasmagórica y abandonada estación nuclear de Lemoiz.
(21 km. 45 minutos)
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Pantano de Ullibarri-Laguardia
Cambiamos de provincia para trasladarnos a Álava. Algunos aseguran que, cuando circulas por ella, parece que lo hagas sobre la mítica Ruta 66 norteamericana. Lo cierto es que partirás enamorado por la naturaleza del pantano y acabarás declarando tu pasión a uno de los pueblos más pintorescos de La Rioja alavesa, Laguardia.
Recalar en ese municipio y no tomar un vino es casi pecado. Hazlo pronto y quema el alcohol visitando esta localidad de cuento en la que no solo puedes admirar lo que luce por encima de la tierra sino también lo que ocultan sus entrañas.
En la Bodega El Fabulista descenderás a siete metros de profundidad bajo un palacio del siglo XVII, al lugar donde aún se elabora el caldo de manera tradicional y artesana, con el método de maceración carbónica. Allí moró Félix María Samaniego. Podrás conocerlo apuntándote a una visita en la que el autor, regresado de entre los muertos con muy buen humor, narra alguno de sus cuentos con moraleja y relatos eróticos del siglo XVIII e inicios del XIX (sábados 17,30 y 19,00 h. San Juan Plaza. Tf. 945621192. http://bodegaelfabulista.com).
(58,3 km. Algo más de 1 hora)
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Hondarribia-Mutriku
Imposible olvidar Gipuzkoa, perfecta para este tipo de paseos. Con su exuberante costa en la que aguardan diversos altos. Todos maravillosos.
Hondarribia, bella y perfecta, repleta de tabernas donde probar un buen pintxo, de calles presididas por el Castillo de Carlos V. Pasaia, adorable pueblo pescador en el que conocerás la casa que acogió al escritor Victor Hugo en 1843 (Donibane 63. Tf. 943341556). Donostia y su preciosa bahía vigilada a un lado por el monte Igeldo, al otro por el Urgull, dispuesta a regalar belleza y a distraer los ánimos en el Acuario. Orio, cuna del remo, con su parte vieja Goiko Kale del XIII, calles empinadas, casi laberínticas que ascienden prendidas a la roca.
También Zarautz y su hermosa playa de 2,5 kilómetros, destino de aficionados y profesionales del surf que adoran su oleaje. La breve Getaria, adornada por su ratón, por el Museo Balenciaga donde se exponen creaciones del genial diseñador (www.cristobalbalenciagamuseoa.com). Para acabar en Zumaia y Mutriku, dueñas de un flysch que cuenta a quien sepa leerlo la historia de nuestro planeta, destino de oro para geólogos de todo el mundo. También para ti.
(68 kilómetros. 1 hora)
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