Cambio de piñón para llegar a la central nuclear de Lemoiz
Ruta desde Armintza hasta una megaconstrucción que impresiona al divisarla
Al borde del mar Cantábrico, entre montañas, se encuentra la central nuclear de Lemoiz, una gigantesca instalación que nunca llegó a entrar en funcionamiento. Un lugar al que podremos llegar con nuestra bicicleta y disfrutar de un enclave espectacular y a la vez imponente por sus dimensiones.
Para ello, nuestra ruta comienza en Armintza, un barrio de Lemoiz donde encontrarás un pequeño puerto encantador, con su antigua casa de pescadores catalogada como monumento. Un lugar donde hay varios bares alineados en la calle Portubidea, donde se pueden degustar tortillas, pintxos o rabas en sus terrazas. Para los más inquietos también se puede pasear a pie por el muelle y asomarse al muro exterior, que, de haber mala mar, se pueden ver las olas batir con fuerza. Desde el espigón puede observarse cómo los surfistas cabalgan las grandes olas.
En bici
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Distancia: 7 kms
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Lo más destacado: El puerto de Armintza
Tras contemplar las vistas, salimos a la carretera BI-3151 hasta llegar a la playa de Armintza, una pequeña cala de piedras donde los buceadores y pescadores disfrutan más que los bañistas, ya que caminar entre las piedras no es tarea fácil. Una vez pasado el arenal, pondremos rumbo a la central nuclear. Para ello hay que afrontar una pendiente de dos kilómetros. Una vez arriba y antes de comenzar el descenso, a mano izquierda se puede vislumbrar una gran construcción que nos dejará sin habla. Las cifras de la estructura que divisamos lo dicen todo: 200.000 metros cúbicos de hormigón y 1.000 toneladas de hierro, como esqueletos donde nunca se instalaron dos gigantescos reactores. Todo sobre una superficie de de 55.000 metros cuadrados –más de cinco campos de fútbol–. El conjunto de bloques, construidos hace más de 35 años, nunca llegaron a estar en funcionamiento tras el duro azote de ETA.
Tras realizar las fotos de rigor, es turno de volver por la misma carretera hasta Armintza. Sin hacer esfuerzo, ya que será todo cuesta abajo. Para los que lleguen con hambre y piensen que se comerían hasta una vaca apostamos por el restaurante Begotxu, famoso y lugar de peregrinación por el cachopo. Las raciones son inmensas. Estáis avisados.