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Vista general de los diputados durante una sesión de control al Gobierno, en el Congreso de los Diputados, a 18 de septiembre de 2024, en Madrid. Europa Press

Del realismo político clásico a la 'realpolitik' imperial

Cada vez se utiliza más la fuerza y menos el recurso al derecho

Miércoles, 3 de septiembre 2025, 00:06

El realismo político es una corriente de pensamiento en teoría política y relaciones internacionales que enfatiza la importancia de los hechos y el poder en ... la política, en lugar de los ideales y los principios normativos. Parte de una visión pragmática, a veces cínica, del poder, sustentada en una concepción antropológica de la naturaleza humana pesimista. No constituye una doctrina o una teoría en sentido estricto. Cada época lo hace suyo y lo remodela.

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Hay distintas teorías del realismo con diferencias notables entre ellas. Se suele citar como los primeros referentes de la corriente realista a Sun Tzu, Kautilya, Tucídides, Maquiavelo y Hobbes.

La aplicación del término realista en el análisis de la política internacional procede del libro de Edward Hallett Carr 'La crisis de los veinte años, 1919-1939', publicado el mismo año que comenzó la Segunda Guerra Mundial. Un texto donde el historiador criticaba el idealismo predominante en el ámbito académico durante el periodo de entreguerras.

Para la escuela realista el poder, el interés propio y la supervivencia del Estado son los factores determinantes en la política, más que los ideales o la moral. No aborda la cuestión de la justicia de la guerra. Desde esta perspectiva, la guerra es una constante en la política internacional.

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial surgió un realismo de nueva generación. El politólogo y jurista Hans Morgenthau (1904-1980), autor de 'Política entre naciones' (1948), es uno de los mayores teóricos de las relaciones internacionales y padre del realismo político contemporáneo.

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Un alemán que tras huir del régimen nazi primero y del golpe militar franquista después, tras residir en Madrid un año dando clases, se exilió a Estados Unidos en 1937, en donde fue investigado por oponerse a la guerra del Vietnam.

Rodríguez Zapatero defendió con argumentos realistas el cambio de postura del Gobierno sobre el Sahara occidental de la siguiente manera: «Lo que no es 'realpolitik' no es política. Será otra cosa. Será un manifiesto [...] La política o es real o no es política».

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La 'realpolitik' suele ser una perfecta excusa para no dar explicaciones: las decisiones importantes y arriesgadas no se debaten. Aunque realismo político y 'realpolitik' se usan como sinónimos en conversaciones informales, en realidad son conceptos distintos con raíces diferentes.

'Realpolitik' es un término que aparece por primera en el siglo XIX en la obra de un escritor nacionalista liberal alemán, Ludwig von Rochau, que cayó pronto en el olvido. El concepto llegó a Inglaterra y a Estados Unidos con una gran variedad de significados. Hoy muchos la entienden como una estrategia del Estado marcada por la astucia y la falta de escrúpulos que se impone a todo criterio ético para beneficiar sus intereses y posición global. Para Von Rochau la 'realpolitik' no era cinismo, ni frialdad moral como se le suele atribuir en la actualidad, era más bien un método pragmático para que los ideales liberales triunfaran en un mundo lleno de fuerzas hostiles.

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El término 'realpolitik' después fue asociado con figuras como Bismarck y Kissinger con quienes se alejará de su sentido original. Henry Kissinger será galardonado con el Nobel de la Paz el mismo año que daba su apoyo a la dictadura de Pinochet y era acusado de ser cómplice de crímenes de guerra.

La praxis de Kissinger representa una desviación del realismo clásico hacia una 'realpolitik' más cínica y estratégica. Morgenthau llegó a criticar a Kissinger, sobre todo por su papel en la guerra de Vietnam y en la política exterior de Nixon. Lo acusó de traicionar los principios del realismo clásico al justificar intervenciones injustificadas en nombre del poder, consideraba que había caído en un realismo imperial, incompatible con su propio realismo más ético. ¿Qué diría hoy, si viviera, del autócrata arrogante Trump, de su realismo bélico utilitarista, transaccional, imperialista y expansionista en las Américas y aislacionista con Europa? Un realismo que parece inspirarse en una lectura superficial de Maquiavelo, quien afirmaba que es mejor ser temido que amado. Trump rompe con el orden mundial basado en reglas en la dirección de un orden en donde dos o tres potencias decidirán el rumbo

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Morgenthau propone la vía de la «paz a través de la diplomacia», porque solo a través del discreto y constante trabajo de la diplomacia, que vela por acomodar los intereses políticos de los actores de la esfera internacional, se podría conseguir un acuerdo de paz y conciliación relativas. Cada vez se utiliza más el recurso de la fuerza y menos el recurso al derecho para regular los asuntos internacionales. Cuando el derecho pierde su capacidad de configurar las reglas de una sociedad, quienes pierden son siempre los más débiles.

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