Autogobierno en tiempos de pandemia
No faltan los dispuestos a aprovechar la crisis sanitaria para tratar de imponer una reorientación del sistema autonómico
Los aniversarios estatutarios ofrecen siempre una buena ocasión para dedicar algo de atención a la norma institucional básica de nuestro autogobierno, según la autodefinición que ... el Estatuto de Gernika hace de sí mismo en su párrafo inicial. Este cuadragésimo primer aniversario celebrado ayer tiene lugar en unas circunstancias muy especiales, marcadas por una pandemia y los efectos derivados de ella, especialmente en el terreno económico y social, que no se habían dado hasta la fecha y van a incidir de forma determinante en la evolución del proceso político en los próximos años, incluido el del propio autogobierno.
Durante muchos años los aniversarios estatutarios servían ante todo para escenificar la confrontación entre las fuerzas políticas sobre el propio Estatuto más que para conmemorar una fecha señalada, como sin duda lo es la que simboliza el inicio del régimen de autogobierno. Si bien esta utilización de los aniversarios estatutarios para arremeter contra el propio Estatuto ha amainado últimamente, quedan rescoldos de esta concepción (anti)estatutaria que siguen condicionando no tanto la conmemoración de la fecha, lo que no tendría mayor importancia, como el sentido y la funcionalidad del autogobierno, lo que plantea problemas más serios.
En la coyuntura actual, marcada por los efectos devastadores de la pandemia que estamos atravesando, no cabe desligar el ejercicio del autogobierno de la utilización de los instrumentos y recursos que éste proporciona para poder hacer frente con la mayor eficacia a los graves problemas que nos plantea una crisis que dista mucho de estar controlada. Si bien la pandemia y sus efectos no se detienen ante ninguna frontera territorial, ni autonómica ni estatal, hay que tener también presente que disponer de instrumentos y recursos propios nos coloca en una posición más favorable para poder afrontar en mejores condiciones las situaciones adversas como la actual.
Hay un factor nuevo, que ha hecho su aparición como consecuencia de la dimensión suprafronteriza de la aguda crisis en que nos encontramos, al que es preciso dedicar la atención debida, ya que incide de lleno en la capacidad de nuestro autogobierno, como asimismo en el de otras nacionalidades y regiones, para afrontar los efectos de la pandemia. Se trata de la intervención de la Unión Europea y, más concretamente, de los fondos aprobados en la cumbre de julio, que tanto por su dimensión cuantitativa como por los criterios utilizados esta vez para su gestión y distribución entre sus destinatarios suponen un cambio importante en la actitud mantenida hasta ahora por la UE.
La distribución y gestión de estos eurofondos, de los que Euskadi también va a ser receptora y sobre los que hay un importante debate a escala europea, proporcionan una buena oportunidad para situar el autogobierno, y en particular la gestión de los recursos que lo integran, en el marco comunitario, lo que hasta ahora no había ocurrido. Conviene ir haciéndose a la idea de que, además del marco estatal, el europeo va a ser cada vez más un referente obligado para poder ejercer eficazmente un autogobierno efectivo con capacidad para poder afrontar los principales problemas. Los efectos económicos y sociales de la crisis pandémica son una muestra sumamente ilustrativa de ello.
Hay también otro factor que es preciso tener en cuenta, dada la situación de crisis institucional por la que atravesamos, como es el riesgo de que el propio autogobierno sea una victima colateral de la pandemia. Hay que constatar, en este sentido, que no faltan voces, y no precisamente marginales en muchas ocasiones, que no dejan de clamar contra 'las autonomías', a las que se hace responsables de la falta de efectividad de las medidas que se vienen adoptando e, incluso, del propio agravamiento de la crisis sanitaria. Conviene tenerlo presente porque tampoco faltan quienes estarían dispuestos a aprovechar la ocasión que brinda la crisis pandémica para tratar de imponer una reorientación del sistema autonómico que vacíe de contenido efectivo el autogobierno.
El aniversario estatutario proporciona una oportunidad para poder tratar sobre cuestiones como las reseñadas en estas líneas, que son las que afectan directamente a nuestro autogobierno aquí y ahora: funcionalidad para hacer frente a los efectos devastadores de la crisis, así como a los efectos colaterales que traten de desvirtuarlo, inserción en el marco europeo (hoy hay una importante reunión con la presidenta de la Comisión europea), entre otros. Siempre será mejor y más productivo tratar sobre estos temas para buscar salidas operativas que seguir enzarzados en recurrentes polémicas sobre el ser o no ser del Estatuto, o sobre nuevos estatus por determinar, que pueden ser más mediáticos y proporcionar muchos titulares pero cuya efectividad real para afrontar los problemas que tenemos es más que dudosa.
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