Sánchez decide
Los que parten y reparten tienen un punto en común: acudir a las malas artes para llevar razón porque solos no pueden con su peso. La diversa España se ha convertido en contraria a ella misma y hasta que haya nuevas elecciones continuará el guirigay político. Únicamente se aclarará cuando cada uno de nosotros tengamos la papeleta en la mano y la echemos por la rendija, si es que no nos la quita alguien en el trayecto. El PSOE llamado sanchista se ha propuesto alejarse del bloque constitucional porque le viene estrecho, no solo de mangas y de sisa, una vez comprobado que no tenemos cuerpo electoral para chalecos.
La estructura está inspirada en el maquiavelismo, sabiendo que en España nunca fallan los disidentes. Ni de carné, ni de vocación. ¿Es verdad que somos dos mitades aunque hablemos de que una es enemiga de la otra, sin saber cuál de las dos es la peor? Los que tenemos autoprohibido el desánimo no tenemos ningún mérito porque jamás hemos estado animados. Misteriosamente, la Transición nos salió bien, pero no aprendimos a repetirla. Estamos en lo de siempre, pero hemos perdido el modelo y buscamos la receta, que no está en venta en las farmacias. Cada región, cada comarca y cada pueblo aplica la suya aunque siente mal a las otras. La llamada 'nueva izquierda' ve enemigos donde antes veía cómplices y aciertos. Lo que se baraja no son ideas sino convicciones y de tanto traquetearlas las hemos dejado sin sitio. Todo eso sucede cuando nadie sabe dónde poner al general de tan alta graduación que le llamaban generalísimo. Dicen algunos que eso es cuestión de la familia y otros que no hay que contar con ella, que bastante nos ha costado.