Quim no es Kim
Equivocarse sería de malvados. Quim no es Kim, pese a que los sonidos puedan conducir a la duda. Son muchas las cosas que les diferencian. ... El primero, de apellido Torra, es catalán de Catalunya y, el segundo, Jong-un, es norcoreano de Corea. El señor Torra, además, acaba de ser nombrado President de la Generalitat, un President P.D., puesto que, desde el principio, ha proclamado que él no es más que un humilde servidor del President legítimo, Carles Puigdemont, el ausente. En cambio, Kim Jong-un es Presidente del Partido del Trabajo de Corea y líder supremo de la República Popular Democrática de Corea y, con toda seguridad, él y sólo él gobierna sobre aquel lejano país asiático. Además, no firma en nombre de nadie.
No obstante, y como siempre puede aparecer alguna que otra duda aunque sea pequeña promovida por gentes de mal gusto, no estaría de más aumentar el listado de diferencias. Así, convendría señalar que el señor Kim es una especie de poseído ideológico, un comunista radical y dogmático llevado hasta el extremo absoluto. Quim, el señor Torra, por su parte, no parece seducido por idea alguna a no ser, claro está, la de la independencia de Catalunya; punto este en el que podría verse cierta similitud entre ambos personajes pues Kim también se muestra muy celoso con la independencia de su pequeño país aunque, bien mirado, a estas horas comparar Corea del Norte con Catalunya no es procedente, ni por su posición geográfica, ni por su evolución histórica, ni por su universo cultural. Nada hay que las haga parecidas.
Ahora bien, si tuviéramos que buscar una similitud, por pequeña que ésta fuera, nos veríamos obligados a establecer un curioso paralelismo entre Quim y Kim. Ambos gustan de los diálogos del embudo, es decir, aquellos basados en buenas intenciones aparentes pero que en el fondo no son más que un conjunto de monólogos en los que todo ha de conducirse dentro de los indefinidos límites de la incertidumbre. Así, Kim Jong-un juega a estas horas con un «a lo mejor no dialogo si no se dialoga como yo quiero» y Quim ofrece diálogo después de prometer la República catalana y avanzar que abrirá un proceso constituyente. Vamos, que en ambos casos sí se quiere el diálogo pero al estilo de las lentejas, si quieres las comes y si no, las dejas. Curiosamente ambos, tienen en frente a otros amantes del diálogo de sordos, los cuales, por sobradamente conocidos entre la concurrencia no merece la pena nombrarles en estas líneas.
Sin embargo, a pesar de esa nimiedad, ha quedado comprobado, sin duda alguna, que, en el fondo, Quim no es Kim. No es admisible por lo tanto cualquier juego de palabras que busque un paralelismo entre ambos, ni siquiera si existiera la pretensión de hallar ciertas conexiones en las consideraciones de ambos sobre la raza humana. En este aspecto tampoco los extremos se tocan porque el señor Quim, a pesar de sus disculpas, se ha mostrado implacable, mucho más grosero que el dictador asiático. Dicho todo esto, cualquier intento de comparar a ambos sería una maldad imperdonable.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión