Volver a casa
Tailandia ·
Defensa moviliza un avión medicalizado para traer a Álex GarcíaAla hora de viajar, el paraíso colinda frecuentemente con el infierno y basta con que se tuerzan un par de cosas para que esa idea ... tan prestigiosa en nuestro mundo, la experiencia inolvidable, adquiera sus peores proporciones. Lo sabe la familia de Álex García, el joven vizcaíno que enfermó estando de vacaciones en Tailandia y ha visto cómo la distancia puede transformar una grave pancreatitis en una perversa pesadilla. Hospitalizado en Bangkok y en manos de esos seguros de viaje que cualquiera contrata sin prestarles demasiada atención, García lleva meses enfrentándose al doble desafío de la recuperación y la repatriación, una aventura burocrática que implica con la misma facilidad la ayuda de tipos con bata blanca que no hablan tu idioma, y a los que importas más bien poco, y el despegue de carísimos aviones medicalizados que alguien va a tener que pagar.
Puede pasarle a cualquiera y sin embargo nadie suele valorar entre las ventajas de un destino turístico la asistencia médica si las cosas se complican. La tarjeta sanitaria europea, tan azul y comunitaria, tan humilde y burocrática, es a ese respecto otra de las ventajas invisibles de pertenecer a la UE, que es probablemente el primer imperio de la historia que apenas presume de sus evidentes prodigios. Mostrando esa tarjeta, que llega gratuitamente a tu buzón, como si nada, se te atiende médicamente con la mayor cordialidad desde Oporto a Copenhague.
Pero ponte malo en Tailandia y termina en estado crítico en un hospital de Bangkok mientras tu familia pelea con las autoridades y las aseguradoras. Es lo que le ha ocurrido a Álex García y dos meses después su familia estaba avisando de que no podían más. Ni ellos ni el enfermo, a quien finalmente va a ir a buscar un avión medicalizado del Ministerio de Defensa mientras en Osakidetza se preparan para recibirlo. Son recurrentes entre nosotros las bromas sobre las identidades y el carné. «Lo pone en el DNI», le hemos escuchado en esta campaña sin ir mas lejos a algún candidato. Pues eso: en el DNI y en el avión militar que va a traerte de una maldita vez a casa.
Feijóo
Promesa ante notario
De entre todos los colectivos que pueden salir malparados en unas elecciones, pocos tan indefensos como los notarios. Acostumbrados como están a intermediar entre el ciudadano y la veracidad, es muy injusto que al notario se le pida que actúe de un modo equivalente entre el candidato y sus promesas. Al fin y al cabo, nada tiene que ver el candidato con un ser humano usualmente constituido y nada tienen que ver sus más firmes compromisos con la verdad, al ser estos simple y llanamente emulsiones de estrategia. Para garantizar su honorabilidad, lo mismo da en el fondo que el candidato recurra a un notario que recurra a un hechicero. Treinta años llevan los pobres notarios explicando que las cosas que los políticos firman ante ellos no les obligan absolutamente a nada. Pero ahí siguen los políticos, ajenos por completo al desaliento, a la minuta notarial y al teatrillo. Ahora Feijóo le exige al PSOE que firme ante notario que no pactará con Bildu a menos que la coalición condene el terrorismo. Lo mejor es que en estos arranques de audacia los políticos admiten que su gremio tiene la credibilidad de los famosos tatuados del corazón: su palabra no vale nada aunque llegue envuelta en burofaxes.
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