Viajeros de riesgo
Tras los problemas recurrentes en las líneas de AVE llega el colapso en el aeropuerto de Barajas
El concepto que una potencia turística debe vincular a su nombre al comienzo de la temporada de verano es sin lugar a dudas 'caos'. De ... ese modo, España -país que ayer adelantó en PIB per cápita a Japón según los datos del FMI- ha conseguido terminar junio con uno de sus ya clásicos episodios tercermundistas en las líneas de AVE y comenzar julio con un colapso en el control de pasaportes en Barajas. Ambos desastres llegaron a relacionarse de un modo simbólico: las colas en Barajas llenaron de gente las lanzaderas internas, de modo que el viajero pudo quedarse atrapado simultáneamente en el tren y en el aeropuerto. Dan estos días la vuelta al mundo imágenes de multitudes de viajeros teniendo problemas en la soleada España. Todos con sus maletas y sus planes, que no pocas veces incluyen horarios ajustados y conexiones imperdibles. Para distinguir al viajero de tren y al de avión, recuerden que el segundo siempre viste más raro. David Sedaris ha descrito esas pintas como las de alguien que por alguna razón está en su jardín abrillantando un cerdo con betún y de pronto deja la esponja y decide que se va a coger un vuelo.
El caos de ayer en Barajas se debió a la coincidencia de un «fallo informático puntual» con problemas en las cabinas de control de pasaportes. Aena culpa de los problemas a la escasa dotación policial mientras los sindicatos policiales culpan a Aena por programar vuelos por encima de la capacidad de los protocolos de seguridad. Todas las opciones parecen ser previsibles y evitables en un país que presume de campeón turístico. Todas apuntan de un modo u otro al Gobierno, aunque el ministro de Transportes no cree necesario explicar nada. Mientras tanto, tuitea como suele para atacar a la oposición y destacar, por ejemplo, el 'sorpasso' al PIB japonés. Es curioso. Ni siquiera parece intuir que su homólogo japonés no estaría ahora mismo esperando la ocasión de ponerse farruco, sino buscando a los viajeros damnificados por el descalabro del servicio para disculparse ante ellos con las reverencias más humildes y sinceras. Y para ofrecerse, de no ser suficientes las disculpas, a proceder de mil amores («quiten, quiten, todo el año esperando las vacaciones y este desastre…») con el suicidio ritual.
Lo imposible
Con Santos Cerdán en prisión preventiva, se disparan las hipótesis sobre el alcance del caso de corrupción que monopoliza y tiene en suspenso la vida política del país. A la espera de que aparezca otra sobrina, otra grabación, otro empresario vasconavarro, ninguna de esas hipótesis es tan audaz como la que apuntó ayer José Félix Tezanos. ¿Y si fuese todo un montaje? Por supuesto, el responsable del CIS no aseguró que lo fuese. Solo puso la posibilidad fenomenológica sobre la mesa. Ahí se ve, creo yo, al científico. Y la verdad es que da mucha confianza. Como cuando vas al médico muerto de miedo porque te duele la cabeza, ves borroso, sangras por las orejas y te desmayas con frecuencia y sabes que estás en buenas manos cuando el doctor te informa de que puede que todo sea un sueño. «No es imposible», aseguró ayer Tezanos, gigante del análisis empírico. Y sabemos que lleva razón. Entre otras cosas, porque él mismo se ha encargado de enseñarnos qué es imposible en términos absolutos: que en una de sus encuestas quede espacio, entre las cuestiones urgentes sobre Rubiales o Eurovisión, para preguntarles a los ciudadanos sobre la amnistía que Santos Cerdán negoció con Puigdemont hace ya casi dos años.
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