Dianas con bata
Las denuncias por agresiones a enfermeras aumentan un 71% en los dos últimos años
La iconografía sanitaria, la del hospital y el centro de salud, incluía tradicionalmente esos carteles en los que aparecía una enfermera con cofia pidiendo silencio. ... Como es natural, el tiempo y la evolución de la sociedad ha convertido aquellos carteles en antigüedades entrañables e inservibles. Las enfermeras ya no llevan cofia. ¿Y los pacientes y sus acompañantes tienen interiorizado que un centro de salud debe ser un lugar lo más tranquilo posible? No, eso igual no. En realidad, puede que a los pacientes y a sus acompañantes les ayudaría que las paredes de los hospitales se llenasen de carteles como de pub peligroso en Brixton: 'Prohibidas las armas de fuego', 'Salgan a pegarse fuera', 'Se ruega no asesinen al personal'.
Es lo que parece cuando lees que las denuncias por agresiones a enfermeras han aumentado en el País Vasco un 71% en los últimos dos años. A continuación te sorprende que, en términos de vasquidad ejemplar, es raro ser tan avanzados y regresar al estado de naturaleza precisamente cuando necesitas que te vea un médico, o sea, cuando tampoco estás en forma. Desde Osakidetza se matiza el significado del porcentaje. La mayoría de las denuncias -315 en 2022- tuvieron que ver con agresiones verbales y el incremento debe relacionarse con una mayor concienciación entre los profesionales, que ya no creen que soportar conductas inadmisibles forme parte de los gajes del oficio.
Los profesionales tienen razón. Su trabajo consiste en curar a la gente, y eso ya es suficientemente complicado. Cargar sobre sus hombros la domesticación del ciudadano y el mantenimiento del orden público sería ya exagerar. Al mismo tiempo, que haya que dejarles cerca un botón del pánico no deja de ser tremendo. Preguntada por el aumento de las agresiones, la subdirectora de Enfermería de Osakidetza explica que lo que ocurre es «un reflejo de la sociedad actual». Lo primero que piensa uno es que las sociedades avanzadas, prósperas e igualitarias han conseguido desterrar la violencia como nunca antes en la historia. Lo segundo, que hay autores que advierten de que eso puede estar cambiando. El maltrato al que la misma sociedad a la que sirven somete a médicos, profesores o enfermeras podría ser uno de esos síntomas que desde luego pinta mal.
Vitoria
Supercélula
La granizada del jueves en Vitoria fue histórica. Con los sumideros llenos de hojas y los talleres llenos de coches sin lunas, el Ayuntamiento estudia si fue también catastrófica. Que la gente no tuviese que subirse a los coches como en Zaragoza es un consuelo, aunque funciona mejor celebrar que no hubo daños personales. El verano pasado una granizada similar terminó en Girona con un bebé de diez meses muerto. El fenómeno tiene al parecer que ver con una supercélula tormentosa que hace que el mal tiempo se convierta en lo del jueves: el Antiguo Testamento. No es mal referente para lo del cambio climático. Incluye el miedo, la fe y la herejía. Lo he mirado y el granizo destructor no se corresponde a la ira o a la cólera, sino al furor divino. Ojalá la referencia bíblica sirva para impresionar a los del seguro.
Threads
Otro pleito
Mark Zuckerberg presentó el jueves Threads, su nueva red social. Se conoce que hacía falta otra. La red de Zuckerberg ha conseguido en dos días más de cincuenta millones de usuarios y se da al parecer un aire a Twitter. Eso explica que Elon Musk le amenace con la demanda. Menudo pleito entre magnates. Mejor que lo de las artes marciales mixtas. Además del enfrentamiento entre dos de las grandes fortunas del mundo, la posibilidad de ver en un juzgado a Zuckerberg y Musk, creadores y explotadores de gigantes parasitarios como Facebook, Open AI o Twitter defendiendo la propiedad intelectual es jurídicamente interesante. Puede que nunca antes el cinismo haya constituido un delito merecedor de la pena capital.
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