Bombas de bolsillo

Israel consiguió interferir en la compra de los comunicadores y sabotearlos para poder ejecutar un ataque que se insiste no tiene precedentes y se cree que podía ser el inicio de algo mayor. Además de una decena de muertos y miles de heridos, la operación desde luego causó desconcierto. Con el mundo viendo asombrado imágenes de gente a la que le estallaba la entrepierna en los escenarios más cotidianos y con los hospitales del país llenándose de gente más o menos partida en dos, el Gobierno de Líbano hizo un llamamiento oportunísimo: aléjense de los 'buscas'. Se olvidaron de los 'walkie-talkies'. Y ayer comenzaron a estallar también. Nueve muertos y cientos de heridos.

La desconfianza hacia la tecnología en las filas de Hezbolá solo debe de ser menor que la fascinación por la capacidad israelí para el asesinato selectivo que sienten hoy los gobiernos del mundo y los secretarios de organización de todos los partidos españoles. Al resto nos llevará unos días no mirar con recelo a los aparatos tecnológicos que nos rodean, del teléfono al reloj inteligente, del robot aspirador al asistente virtual, pasando por el robot de cocina y el coche híbrido, eléctrico, o lo que sea. Componen un instrumental moderno, pulido y prestigioso, pero ahora es fácil preguntarse si en su interior no aguardará la posibilidad de la explosión, el incendio, el envenenamiento o el accidente. De pronto no sabemos de dónde vienen esos trastos. Ni para quién trabajan.

La principal preocupación de los españoles es la inmigración. Lo establece científicamente el CIS de Tezanos, con lo que es probable que la principal preocupación de los españoles sea cualquier otra, pero desde luego el dato es significativo. Las conclusiones de Tezanos pueden ser falsas pero en absoluto son casuales. Y el triunfo de la inmigración como problema justifica el volantazo. Si se fijan, el debate comienza a no estar tanto en las deportaciones como en sus matices. Hoy Feijóo incluso peregrina donde Giorgia Meloni en busca de prestigio por el lado de las fronteras. Antes que él, fue nada menos que Keir Starmer quien legitimó la visita. No descarten que gracias al CIS pronto se pueda poner a gente en la frontera en nombre de la ciencia. Llegado el momento adecuado, los principios inamovibles tienen ruedas. El martes, recién nombrada vicepresidenta de la Comisión, a Teresa Ribera le preguntaron por Raffaele Fitto, el vicepresidente del partido de Meloni. Y Ribera respondió con gran cordialidad que tendrán que entenderse y que en esa adaptación entre diferentes es «donde está el progreso». En la campaña de las europeas, hace tres meses, la ministra gritaba por los mítines «¡No pasarán!».