Ostracismo con vistas
Furgón de cola ·
Los partidos censuran que De Miguel represente en actos oficiales al Gobierno vascoEn el juicio en el que fue condenado a trece años por varios delitos relacionados con la corrupción, Alfredo de Miguel -exdiputado foral y ex ... número dos del PNV en Álava- realizó un alegato final asegurando que quizá hizo alguna cosa mal, pero que no había delinquido. «¡Tampoco hay que ponerse así!», pudo añadir, resumiendo. Ahora sabemos que esas palabras debieron conmover el centenario corazón maternal del PNV. Solo el suyo. Eso explicaría por qué De Miguel, mientras el Supremo le resuelve a ritmo pausado los recursos, no solo es gerente de una filial pesquera de la fundación pública Hazi, sino que representa al Gobierno vasco en foros oficiales del sector, reuniones con el Ministerio, saraos europeos y entregas de premios.
No parece imposible que en esos lugares se hable de ejemplaridad y transparencia. Tampoco que, cuando en el desarrollo de sus responsabilidades pesqueras De Miguel hable de redes, anzuelos, capturas, y quizá también piratas, haya quien a su alrededor no logre reprimir la risa. Aunque el PNV haga como que todo esto se sabía, el escándalo no tiene que ver tanto con que el ex alto cargo conserve su puesto en la Administración hasta que su inhabilitación sea firme como con que alguien no muy presentable, según sentencia de la Audiencia Provincial, ejerza de representante institucional. Y eso no se sabía. No lo sabíamos los demás, quiero decir.
Al enterarse, la oposición ha saltado como un juez implacable, mientras el PSE ha dado un saltito como socio de Gobierno: quiere que De Miguel deje la representación oficial. No parecen recordar lo mucho que le indignaba que en su día no dejase siquiera el carné del PNV. O que Joseba Egibar le diese en el Parlamento aquel abrazo que terminó siendo medio suicidio político. Y aún no había condena. Metidos en escándalos, no deja de llamar la atención la carrera de De Miguel en la función pública, que parece presentar un origen ancestral, la naturaleza más bienaventurada y flexible y una oportuna concatenación de traslados y ascensos tras la condena por corrupción. Cualquiera podría pensar que, si has llegado lo suficientemente arriba en el partido indicado, el ostracismo en el País Vasco, más que cómodo, es suntuoso. Un ostracismo buenísimo. Con vistas al oasis.
Ucrania
Último chat
Sabíamos que conviene apagar el móvil en el cine, en clase, en una conferencia o en un funeral. También en la guerra, anótenlo. Pero no para no molestar. Para que no te maten. Se confirma que el montón de soldados rusos aniquilados en el bombardeo de un edificio de Donetsk -un montón que oscila entre los sesenta muertos aceptados por Rusia y los quinientos celebrados por Ucrania- fue detectado por la actividad telefónica. Una avalancha de mensajes y llamadas de Navidad, según parece, iluminándose en las pantallas del enemigo. Insistiendo en la total extinción de su prestigio, en el Ejército ruso no deben de avisarte de lo del móvil. En las viejas películas bélicas siempre había alguien al que le volaban la cabeza al revelar su posición encendiendo un cigarrillo de noche en las trincheras. Pues es hasta más cruel que terminen contigo mientras buscas un rincón para teclear a casa: «Todo bien, muy tranquilo».
País Vasco
Navajas
Tras el asesinato de Navidad en San Sebastián, el consejero de Seguridad reconoce el problema con las navajas. Aparecen en casi dos delitos al día, la mayoría robos. «No es gente que va a por lapas», ironizó ayer Erkoreka. Y definió el fenómeno como «cultural». ¿Eh? A partir de ahí, ya no se le entendió porque empezó a hablar de raíces y fundamentos que deben abordarse de maneras multisectoriales. Además de cultural, lo de las navajas es recurrente. Culturalmente hablando, el presunto asesino de San Sebastián parece bastante del país.
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