Máscara y mascarillas
En ningún programa electoral se especifica el protocolo ante una catástrofe
felipe benítez reyes
Sábado, 2 de mayo 2020, 00:26
Estamos en el intento no sólo de interpretar las informaciones -a veces discordantes- que van dándonos sobre la pandemia, sino también intentando asumir que unos ... datos escalofriantes pueden ser unos datos esperanzadores. A estas alturas, todos hemos tenido uno de esos momentos de debilidad cognitiva en que formulamos una solución instantánea para algo de momento irresoluble. Todos amanecemos con la ilusión de enterarnos de que un medicamento de uso corriente resulta efectivo contra este virus. Todos alimentamos la fantasía de que un científico va a dar con la clave de una vacuna de la noche a la mañana. Mientras, pasan los días, sometidos a esta especie de realidad surreal en la que una peluquería puede resultarnos tan peligrosa como Chernóbil.
El desconcierto de los políticos lo consideramos normal, porque en ningún programa electoral se especifica el protocolo de actuación ante una catástrofe pero, en cambio, el que los científicos reconozcan su ignorancia sobre cómo neutralizar el agente de esta pandemia es algo que nos promueve la impaciencia y la desolación.
Aquí, entretanto, los partidos opositores han mantenido un margen temporal de prudencia pasiva antes de lanzarse de cabeza a la imprudencia activa, convencidos de que lo que más necesitamos es sumar a esta calamidad sanitaria la teatralización de una batalla política. La ultraderecha tremendista ha llegado a solicitar la dimisión en pleno del Gobierno, lo que, dadas las circunstancias, resulta tan sensato como tirar por la borda al capitán de un barco en peligro de naufragar y poner al mando al clarinetista de la orquesta. La derecha independentista catalana ha sugerido que su índice de contagiados y de muertos habría sido inferior en la república liberada. En el PP intentan fingir un equilibrio entre el sentido de Estado -nada menos que eso- y el sentido del oportunismo: cuanto peor salga todo, mejores expectativas electorales. Resulta curiosa esa nube olímpica en que vaga y divaga la clase política, no sé si por encima o por debajo de la vida de la gente, pero desde luego no al mismo nivel. ¿Está haciéndolo mal el Gobierno? Digamos que está gestionando esta crisis de una forma aceptablemente desastrosa, con algunas medidas incongruentes e incluso absurdas. Como lo haría, en fin, cualquier otro Gobierno, y quien suponga lo contrario está mintiéndose o mintiéndonos, o ambas cosas a la vez.
Tarde o temprano, esto se controlará. Pero se abre una perspectiva preocupante: en cuanto recuperemos la actividad económica, volveremos a ejercer una presión insostenible sobre el planeta. Y resulta que contra el cambio climático no valen de mucho las mascarillas.
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