'Margolaria/The painter'
La presentación en el Festival de Cine de San Sebastián del documental de Oier Aranzabal 'Margolaria/The painter', que tiene por protagonista a Mikel Urdangarin, ... uno de los músicos más sobresalientes de la cultura vasca, me ha deparado la oportunidad de admirar una 'ópera prima' que augura una larga y fecunda carrera cinematográfica. El documental dirigido por Oier Aranzabal posee todas las características de la obra de arte bien hecha y acabada. El objeto del trabajo es la descripción del proceso creativo y existencial del artista, que en este caso es Mikel Urdangarin.
El director, que también es el coguionista del documental, narra la historia de un proceso que empieza y acaba en la creación musical, pero que es al mismo tiempo la metáfora de todo proceso creativo; por ello y no por azar el documental se titula 'Margolaria/The painter', ya que la creación musical de Urdangarin corre pareja a la pintura de Alain Urrutia o a la narrativa de Kirmen Uribe, que figuran entre los actores del documental. El film está lleno de guiños e historias implícitas entre los que destaca la temprana vocación de Mikel Urdangarin por la pintura. Son fundamentales las reflexiones cruzadas entre el pintor y el músico durante el viaje que lleva a Urdagarin desde Bilbao a Londres.
La historia que desgrana el trabajo es la historia de un vasco que compone y canta en su País Vasco natal, pero la cinta realiza un itinerario que comenzando en Bilbao y Gasteiz transcurre por Londres y Okinawa (Japon), haciendo valer la universalidad, en la que un día Chillida enmarcó a la obra de arte genuina y autóctona. La autoctonía es en el documental de Oier Aranzabal y Mikel Urdangarin un valor universal que aporta vigor y autenticidad a la proyección del arte como instrumento global y universal. No es el menor de los méritos de la cinta que comentamos, la expresión de una identidad vasca basada, por una vez, en la creatividad y en el amor. Mucho y sincero amor, por cierto.
Caro Baroja dejó dicho que algunos vascos se regodeaban en la identidad de la derrota, pero que era preciso crear otra identidad basada en el trabajo bien hecho y en el amor. Uno de los momentos culminantes y entrañables del documental es aquel en el que Mikel Urdangarin y su madre se explayan sobre sus respectivas autobiografías y la ama de Mikel le confiesa la íntima satisfacción que le produjo cuando su hijo optó por la música y constató su gozo. «Pozik ikusi zintudan», le dice su madre a Mikel y cierra con ello el bucle existencial que hace feliz y cumplida una existencia. El gozo es el coronamiento de la obra de arte.
El documental se inicia y concluye con la alusión al silencio y la soledad del artista en su creación. Mikel Urdangarin verbaliza y señala el grado cero de la música cuando se refiere al silencio atronador y al vacío anímico que irrumpen tras el concierto. Alain, el pintor, también se refiere a la total orfandad del artista ante el lienzo virgen y Kirmen Uribe le confiesa a su amigo Urdangarin la imperiosa necesidad de la no-escritura tras la redacción del texto literario. Los relatos del músico, el pintor y el escritor confluyen en la deconstrucción de su obra creativa en un intento de hallar respuesta al interrogante estético y existencial del creador. Es esta coincidencia coral la que confiere al documental de Oier Aranzabal una dimensión que trasciende a la autobiografía de Urdangarin. Jacques Derrida hubiera afirmado que el documental de Oier Aranzabal reconoce explícitamente la inasibilidad de la creación artística, remitiéndonos a la imposible tarea de su aprehensión total. Es tal vez por ello que la narrativa del documental adquiere la forma de un viaje iniciático que se disloca entre el País Vasco, Londres y Japón.
El trabajo se ha rodado en euskera y tiene especial importancia el uso dialectal del que Urdangarin y su círculo más íntimo hacen del euskera bizkaitarra. El lenguaje íntimo y espontáneo del artista se funde con la filmación en blanco y negro de la cinta, obteniendo así el realismo y la autenticidad del documento. El juego de sombras y primeros planos introducen al espectador en el corazón del esfuerzo creativo.
Decía Spinoza que las emociones constituyen la «materia prima» del sentimiento. La cinta de Oier Aranzabal está plena de buenas emociones que culminan en sentimientos positivos. El amor, la belleza, el gozo e incluso la positiva forma de mirar a la muerte son los sentimientos que tapizan el viaje de Mikel Urdangarin hacia sí mismo. 'Margolaria/The painter' es la perfecta metáfora de una generación honesta y empática que se busca y canta a sí misma sin el coro de las voces ancestrales. Oier Aranzabal ha logrado cuajar algo tan difícil e inasible como es la poética y la épica de la creación artística.
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