El nacionalismo lleva años volcado en vender que somos diferentes. No por el Concierto, ni por nuestro envidiado modelo de bienestar, ni porque llevemos décadas de gobiernos de coalición, tras los que, por cierto, el o los aliados del PNV casi siempre salen trasquilados en las urnas, que también. Sino porque la corrupción es cosa de Madrid, Valencia, Sevilla o hasta de Barcelona, es decir del resto de España, pero no nuestra.
En esas estábamos hasta que en las interminables sesiones del juicio por el 'caso De Miguel', varios de los procesados van y sueltan que 'nones'. Y no unos imputados cualesquiera: empresarios-inversores-facilitadores. Uno vasco, militante jeltzale desde EGI. El resto catalanes, socios de nada menos que un exalcalde de Igualada y exparlamentario de Unió, el desaparecido partido democristiano de Durán Lleida que fue aliado del PNV, y que se vio inmerso en numerosos sumarios de corrupción hasta su disolución.
Total que el vilipendiado fiscal jefe de Álava, a quien desde el partido en el poder se le ha llamado de todo menos guapo, ya tiene, por fin, confesiones en firme con las que solicitar condenas. El empresario peneuvista Josu Arruti y dos catalanes han declarado que aquí también se pagaron comisiones ilegales, 'euskalmordidas' si me permiten el palabro, para engrasar el fallido macroproyecto urbanístico de Zambrana, que este periódico destapó en mayo de 2010. Beneficiarios de esas comisiones ilegales, Arruti y el ex número dos del PNV alavés y ex diputado foral, Alfredo De Miguel. Pagadores, los socios catalanes.
Según el triple testimonio, Arruti cobró por ser el hombre de De Miguel en el proyecto. 'Txitxo', por su condición de lo que hoy se conoce como 'influencer'; es decir, por su capacidad para mover hilos en el PNV y en instituciones controladas por los peneuvistas para que la macrorecalificación urbanística de Zambrana saliera adelante.
Está por ver la relevancia judicial de estas confesiones, que los acusados han pactado con el Ministerio Público a cambio de una reducción de pena o de la libre absolución. Pero queda fuera de toda duda su relevancia política.
Y es que la empresa que Arruti montó 'ad hoc' para la operación a instancias de De Miguel habría servido para dar de comer con el dinero catalán al exburukide alavés Aitor Tellería, también procesado, y al exalcalde de Ondarroa Aitor Maruri, cuando perdió el bastón de mando.
De Miguel 'el influencer' habría conseguido que el Gobierno vasco de coalición PNV-EA-EB de Ibarretxe diera su plácet al proyecto, pese al rechazo de los técnicos de medio ambiente, algo del todo inusual. Lo mismo que la Diputación alavesa de la que él mismo formaba parte como diputado. Toda una demostración de fuerza de quien algunos pretenden colar que hacía y deshacía casi en solitario, y sin que el 'establishmen' del partido, nadie, supiera ni se preguntara nada de nada.
Curiosamente, De Miguel frenó la millonaria operación urbanística tan pronto el PSE llegó a Ajuria Enea. El por qué sigue siendo un gran secreto. Con ello, 'Txitxo' y su amigo Arruti dejaron de percibir varias 'mordidas' más de los catalanes, según confesó ayer en la vista uno de ellos, que se dejaron en la fracasada aventura vasca más de seis millones de euros cuando pensaban pegar un pelotazo de 65 millones. Y todo todo en secreto. ¡Qué cosas!
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.