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Más inestabilidad

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Editorial ·

La evolución de la crisis catalana condicionará el futuro del Gobierno y el horizonte electoral en el conjunto de España el próximo año

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Lunes, 31 de diciembre 2018, 00:50

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España cierra un año de inestabilidad política y se asoma a otro con similares perspectivas, caracterizado por un clima preelectoral que agudiza las diferencias entre los partidos y aleja la posibilidad de acuerdos. Los principales problemas a los que se enfrentaba el país a comienzos del presente ejercicio siguen enquistados en puertas de 2019, sin que se vislumbren en el horizonte perspectivas de avance a corto o medio plazo. El insensato pulso al Estado que se empeña en mantener el independentismo catalán al margen de cualquier legalidad condiciona el debate político y planea tanto sobre el futuro del Gobierno como sobre la estrategia de los partidos y el reparto del poder municipal y autonómico que saldrá de las urnas el 26 de mayo. El atrincheramiento del secesionismo en la radicalidad y su desprecio a la mano tendida por Pedro Sánchez han frustrado la estrategia de la desinflamación intentada por el presidente. Una acumulación de gestos hacia el soberanismo por parte del Ejecutivo, sin ninguna contrapartida a cambio, que contrasta con su abierta confrontación con el resto del constitucionalismo y ha pasado una elevada factura al PSOE en Andalucía. El desarrollo del inminente juicio por el 'procés' y las eventuales condenas a sus cabecillas determinarán la deriva de la crisis catalana, utilizada sin reparos desde hace meses como munición electoral que ha dado nuevos bríos al centro-derecha y favorecido la irrupción de Vox. La debacle socialista en Andalucía ha encendido todas las alarmas en los barones del PSOE ante las elecciones autonómicas y sacado a relucir contradicciones internas. Aunque el presidente se aferre al mensaje de que pretende resistir hasta 2020, la interinidad crónica en la que se desenvuelve el Gobierno se hará insostenible si el independentismo le tumba los Presupuestos. Sin unas Cuentas propias ni una mayoría estable para aprobar proyecto alguno, agotar la legislatura carece de cualquier lógica más allá de los cálculos electorales partidistas. Las dudas suscitadas por el nuevo liderazgo de Pablo Casado en el PP se han visto arrinconadas por el resurgimiento del centro-derecha en Andalucía, que, pese al retroceso de los populares, ha desbancado a Susana Díaz gracias al revolcón del mapa político auspiciado por Vox y el crecimiento de Ciudadanos. La posibilidad de que una alianza de ese tipo se reproduzca en el Congreso puede inducir a Sánchez a aplazar al máximo las generales. Pero nada le garantiza que el tiempo corra a su favor. En función de cómo evolucione el volcán catalán, tampoco cabe descartar que suceda lo contrario.

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