Gran sábado

Tradicionalmente, el día de Santo Tomás es en Bilbao un festivo encubierto. Imantados por el reclamo irresistible del talo, la sidra y la juerga padre, ... los estudiantes abandonan las clases de un modo masivo y consuetudinario. Del mismo modo, los oficinistas se las arreglan para terminar la jornada laboral antes de tiempo o para hacer la típica escapada de media hora que termina siempre muchas horas después, con tres divorcios en el departamento de Contabilidad y al menos cuatro miembros de la sección de Ventas en la cárcel. Hay que acercarse, en fin, a El Arenal. Santo Tomás es nuestra manera salvaje y enraizada de darle la bienvenida a la Navidad, ese periodo lleno de paz y amor en lo que importa es sobre todo la familia y la ilusión de los niños.Que el tradicional mercado caiga este año en sábado hace pensar en que tendrá una afluencia masiva, aunque quizá haya que tener en cuenta que, en términos puramente humanos, todavía es más fácil escaparse del trabajo o del aula que levantarse de la cama o el sofá. Se espera sin embargo superar ampliamente la cifra de las cien mil personas, lo que sin duda garantizará el ambientazo pero al mismo tiempo exigirá más de todo. Más organización, más seguridad, más limpieza, más provisiones. Santo Tomás es ya en Bilbao una de esas cosas que puede enunciarse como una superproducción: 248 puestos, 320 contenedores, 95 toneladas de basura, 22 líneas de Bilbobus modificadas. ¿Y policías? Pues un montón también. Algunos de paisano, mezclados con la gente y atentos al hurto, la trifulca y el baboso. Otros de uniforme, blindando el espacio festivo y garantizando su seguridad, también con esas vallas capaces de frenar el avance de vehículos pesados. Santo Tomás es al fin y al cabo un mercado navideño. Aunque la mayoría de lo que se compra en él se consuma de inmediato y no sean precisamente adornos.