Estación invernal

La mala noticia es que nos adentramos en la época del año de bajas temperaturas. Y, antes del covid, con vacunas y protocolos más que engrasados, la gripe ya tensionaba cada año el sistema de salud. La perspectiva de que esa tensión pueda ser este año doble debería bastar para entender que lo de convivir con el virus es más que una expresión. Y que toda convivencia requiere de prudencia inicial. Los primeros meses las parejas se visten con esmero para estar en casa y ponen música ambiental mientras conversan. Ya habrá tiempo para vivir en pijama y comunicarse poniéndole pósits al perro.

Otra forma de decirlo: Boris Johnson. Hay que fijarse en él para hacer lo contrario. Con cifras de contagios y muertes que remiten al mes de marzo y los expertos avisando de que urge tomar medidas -por ejemplo, que las mascarillas en el metro de Londres sean en serio obligatorias-, Johnson dice que no hay que preocuparse porque todo mejorará solo. Si el covid es estacional, va a mejorar solo, pero en primavera. Mientras tanto, los datos de la epidemia en Rusia alcanzan récords y el presidente de Rumanía asegura que lo que está ocurriendo en su país es una «verdadera catástrofe». Ambos países tienen unos niveles de vacunación que apenas llegan al 30% de la población. Según la octava ronda del estudio Cosmo del Instituto Carlos III, entre nosotros el 89% de la población se pondría la tercera dosis de la vacuna si lo recomiendan las autoridades. El complemento de la vacuna es la cautela. Mejor no volverle la cara al virus. Porque, si la dejas sola, la naturaleza no mejora. Se impone.

Noticia bomba: existe un español sobre el que PSOE y PP sí están de acuerdo. Se llama Ángel Gabilondo y va a ser propuesto como Defensor del Pueblo. Deberían hacerle también una estatua. Una como la de Kant en Könisberg, de cuerpo entero, con la mano extendida y el gesto dialogante. En la base, una plaquita para el futuro: «No cancelar». Se lo debe la política después de aquella campaña en Madrid con estrategas sanguinarios y navajas ensangrentadas. Salió muy bien: Gabilondo no solo perdió las elecciones, sino que terminó en el hospital. Que acepte ahora ser Defensor del Pueblo demuestra un amor inagotable por el servicio público. También que los políticos sí saben reconocer en el prójimo la ecuanimidad, el prestigio y la independencia. El siguiente paso es conseguir que en los tribunales que juzgan aforados, o sea, políticos, no haya demasiado de todo eso e impere algo más conveniente: la gratitud.

Facebook va a pagar a la prensa francesa por los contenidos. Ya lo hace en Canadá o Australia a partir de la evidencia de que el gigante se beneficia de los periódicos haciendo de intermediario y ganando tráfico y publicidad, pero también la influencia de quien promociona una noticia y no otra. Las grandes tecnológicas acumulan un poder inmenso y nuevo que debe ser controlado. Para disimular, Zuckerberg va a cambiarle el nombre a Facebook -la empresa, no la red social- y suena 'Horizon'. Pues es bonito. Como el Talbot. Coche del año en 1981.