Y ahora, las hipotecas
Editorial ·
El encarecimiento de los créditos por la vertiginosa subida del euríbor agrava los efectos de la inflación en las familiasel correo
Viernes, 2 de septiembre 2022, 00:06
El Banco Central Europeo ultima una nueva subida de tipos, presionado por una escalada de la inflación que ha superado los augurios más pesimistas y ... amenaza la evolución de la economía. La duda estriba en si el alza será de medio punto o de 0,75, aunque el grado de eficacia de tal medida se reduce cuando los precios no se disparan por un fuerte tirón de la demanda, sino, como es el caso, por una guerra que ha desestabilizado el mercado energético y de materias primas, y afectado a la cadena global de suministros. El movimiento del BCE en julio y el anunciado para este mes empieza a ser trasladado a las hipotecas a interés variable. El fuerte y recién comenzado aumento de las cuotas mensuales mermará la renta disponible de los cuatro millones de familias con esos contratos, que ya han sufrido una notable pérdida de poder adquisitivo por la carestía de la cesta de la compra. Ello lastrará todavía más un consumo sujetado hasta ahora por el magnífico comportamiento del empleo y por el ahorro acumulado en la pandemia, que se agotará más pronto que tarde. En definitiva, casi una tormenta perfecta. Solo falta un deterioro del mercado laboral, que apunta los primeros síntomas.
El euríbor ha anticipado un ascenso de tipos más alto del previsto en un principio ante los mensajes del BCE por los indicios de agravamiento de la situación. Hace un año estaba en terreno negativo: rondaba el -0,5%. Acaba de cerrar agosto en el 1,25%, lo que supone que quienes revisen las condiciones de un crédito medio con ese dato verán elevados sus recibos en torno a 120 euros mensuales. El acelerado incremento del indicador ha desatado una fuerte demanda de hipotecas a tipo fijo, que los bancos también han encarecido de forma apreciable y por las que han dejado de apostar. Las variables concentran dos tercios de las vigentes. Parte del ahorro que puede aportar el cambio de una a otra desaparece en gastos de tramitación, lo que se añade a la dificultad de predecir cuál es la fórmula más ventajosa a largo plazo.
Este nuevo lastre para las cuentas de los hogares se produce, por fortuna, en un contexto muy distinto al de la crisis financiera de 2008: no existe una burbuja inmobiliaria ni crediticia, y el número de hipotecados en riesgo de impago es sustancialmente menor. Es posible que la subida de tipos modere tanto la venta de viviendas como sus precios, favorecidos por una coyuntura excepcional de dinero gratuito que ha llegado a su fin. Toca amoldarse a ello.
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