Una concesión fatal
Editorial ·
El relevo de la directora del CNI podrá devolver a Sánchez el favor de sus socios, pero pone en cuestión su sentido de Estadoel correo
Miércoles, 11 de mayo 2022, 00:06
La destitución de Paz Esteban como directora del CNI y su sustitución por Esperanza Casteleiro mostró ayer al Gobierno perdido en un mar de contradicciones, ... cuando el país entero y los medios internacionales interpretan el relevo como una concesión anunciada ante las exigencias del independentismo catalán y los demás socios de Pedro Sánchez. Los esfuerzos de la ministra de Defensa por presentar la decisión como «un paso adelante» en la actualización del servicio, ajeno a la crisis de 'Pegasus', solo sirvieron para evidenciar que el Ejecutivo se encuentra atenazado en su división. La fulminante medida no se sostiene en las intrusiones con ese 'software' israelí en los teléfonos móviles de significados independentistas cuando Margarita Robles insiste una y otra vez en que las actuaciones de los servicios secretos han contado siempre con autorización judicial motivada. La revelación ayer de que habría cuando menos otro ministro espiado en junio de 2021 -Fernando Grande-Marlaska, junto al presidente y a la titular de Defensa- tampoco serviría para justificar el cese, mientras el Gobierno evita extraer conclusiones sobre lo sucedido y elude señalar posibles responsabilidades a la espera de la verdad judicial que resulte de la denuncia presentada en la Audiencia Nacional.
La normalidad impostada por Robles, que se mostró comprensiva ante «errores» y «fallos» que no precisó, se cae por su propio peso cuando la sustituta tiene un perfil análogo al de Esteban, pero con su nombramiento hace correr el escalafón en la Secretaría de Estado de Defensa en vísperas de la cumbre de la OTAN en Madrid. Es posible que cuando a finales de mes Sánchez comparezca ante el Congreso hayan remitido las cuitas que ayer mantuvieron los independentistas catalanes sobre la insuficiencia de la destitución de la directora del CNI. Robles insistió en que «en este país a nadie se le investiga por sus ideas políticas». El problema es que La Moncloa no acaba de pronunciarse en esos mismos términos, de modo que da pábulo al requerimiento de Oriol Junqueras y los suyos cuando, además de hacerse eco de la promesa de Félix Bolaños sobre desclasificación de documentos y pedir más responsabilidades políticas, exigen garantías de no volver a ser espiados.
El forzado relevo de Paz Esteban podrá devolver a Sánchez el favor de sus socios parlamentarios, pero a un coste de credibilidad en cuanto a su sentido de Estado que afecta a España en su conjunto.
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