La 'desmovilización' de ETA
ETA anuncia que está inmersa en un debate sobre su pasado y su futuro «para tomar decisiones sobre la función y el ciclo de ETA». ... Un ciclo que ahora identifica con las siglas DDR (desarme, desmovilización y reintegración), tomado de la nomenclatura utilizada por la ONU en sus metodologías de pacificación. La primera de las 'D', la del desarme, equivale por lo visto a la representación interpretada por 'Txext'y los 'verificadores' en Bayona el pasado 8 de abril, donde supuestamente se hizo entrega de la mayor parte del arsenal bélico de ETA. Y decimos lo de «supuestamente» porque a la policía francesa no le acaban de salir las cuentas y piensa que todavía faltan por entregar un buen número de armas de las robadas en la empresa Sidam de Vauvert. Pero sea como fuere y culminada la fase del desarme, ahora ha llegado el momento de la 'desmovilización' para luego abordar el de la reintegración.
En los documentos donde la ONU glosa la metodología de pacificación DDR, las Naciones Unidas entienden por 'desmovilización' lo siguiente: «es la baja oficial y controlada de los combatientes activos de las fuerzas y grupos armados, lo que incluye una fase de 'reinserción' en que se proporciona asistencia a corto plazo a los ex combatientes». Es decir que esa desmovilización se refiere a combatientes y grupos armados en activo, pero en ningún caso a combatientes presos, forzosa y felizmente 'desmovilizados' por las fuerzas de seguridad y los procedimientos judiciales. Según todos los indicios, de ETA no quedan muchos miembros en activo y todo parece indicar que sus 'combatientes' se reducen a algunos elementos huidos sin ninguna capacidad de atentar. Es por ello que se entiende mal lo de la 'demovilización' que ETA pretende vender y llevar a cabo como final de su ciclo criminal. Todo parece indicar que nos hallamos ante el enésimo intento de dignificar su pasado terrorista, convirtiéndolo en una guerra de liberación nacional, que convertiría a los secuaces de ETA en heroicos soldados de la causa nacional. Dada la actual situación de ETA en la que su principal capital humano reside en sus presos, no se entiende bien su empeño en fabular un escenario asimilable a los conflictos de Namibia, Sudán, Somalia o el Congo. El reciente desarme, desmovilización y reintegración de las FARC colombianas, parece estar presente en el imaginario de ETA y sus aledaños cuando hablan del final de un ciclo que la sociedad vasca ha dado por cerrado definitivamente. El empeño de mantener abierto el 'ciclo', ahora con el señuelo del DDR obedece sin duda a su empeño por establecer un relato de heroicidad y abnegación en la historia de ETA.
En el último comunicado de ETA, del día 18 de septiembre, donde se habla de decisiones sobre la 'función y el ciclo' que todavía le restan, aporta la imagen de la talla de madera original de Likiniano, que en lo sucesivo sustituirá al anagrama habitual de ETA. Con esta imagen plástica pretende, tal vez, revestir su relato con la respectabilidad del trabajo bien hecho. La talla en cuestión representa la imagen del hacha y la serpiente con la leyenda de «bietan jarrai» que nos transporta a los peores momentos de nuestra historia reciente. Parece como si con la talla de Likiniano se nos quisiera recordar la tremenda inexorabilidad de las tablas que Moisés exhibió al pie del Sinaí.
El intento de asimilar el fin de ETA a los estándares de la ONU, al tiempo que reivindica la «acumulación de fuerzas» para el logro de la independencia de Euskal Herria, evidencia la nula voluntad de disolución por parte de la banda terrorista. Tal vez acomplejados por el éxito del 'procès' catalán, pretenden reverdecer una historia de derrota y cárcel como justificación de su pasado; un pasado totalmente amortizado por la sociedad vasca, que no desea volver a las andadas ni situarse en el extrarradio de lo razonable.
Pero el nuevo intento de reescribir una historia de muerte y desolación apropiándose de las metodologías pacificadoras de la ONU no tendría ningún recorrido sin la complicidad y el concurso de la izquierda abertzale, que todavía aspira a reescribir la historia de ETA en clave épica. Las recientes visitas a Colombía y Venezuela de destacados miembros de EH-Bildu tratan, posiblemente, de arropar el intento, de la exangüe banda, de llevar a los parámetros de la ONU su ominosa historia. La culpa de semejante despropósito la tienen en todo caso quienes habiéndose beneficiado del Estado de derecho, que tan obstinadamente combatieron, se resisten a admitir la culpa histórica que les corresponde como cómplices necesarios de la aberrante historia criminal de ETA.
La 'desmovilización' de ETA es, felizmente, una realidad que debemos no a la voluntad crítica de la izquierda abertzale, sino a la fortaleza democrática del Estado de derecho. ETA ya fue desmovilizada a la fuerza y su actual argucia de voluntaria 'desmovilización' solo obedece al intento de pretender cobrar dos veces la misma factura.
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