Un damero maldito
¿Hacia dónde vamos? ·
En la gestación subrogada conviene reflexionar sobre el modelo social que queremos frente a la resignación de lo que se impone como irreversiblerosana triviño caballero
Profesora de la Universidad de Alcalá y presidenta de LI2FE
Domingo, 28 de abril 2019, 01:51
Desde su inicio a finales de los setenta, la subrogación gestacional plantea conflictos que más de cuarenta años después parecen lejos de solventarse. El panorama ... de su regulación ha ido cambiando como respuesta a la popularización del fenómeno, los escándalos mediáticos (casos Baby M.; Baby Gammy; Mitsutoki Shigeta, entre otros) y las dificultades que añade su mundialización. La preocupación por proteger a las mujeres en situación de vulnerabilidad, por un lado, y garantizar los derechos de los menores, por otro, apuntan hacia una regulación pragmática que afronte una política de hechos consumados: puesto que se trata de un fenómeno inevitable, se apuesta por la minimización del daño.
Así, ante las situaciones de abuso detectadas, interpretadas como formas de explotación biocolonial, Tailandia, Nepal, México e India han prohibido recientemente la subrogación comercial para aspirantes extranjeros. Ello ha provocado que otros destinos, con legislaciones más permisivas y precios competitivos, como Ucrania, Georgia, Polonia, Rumanía, Dubai, Irán, Líbano o Laos estén incrementado su turismo reproductivo. En la medida en la que los países limitan o prohíben el acceso a la subrogación, el negocio se mueve a lugares donde no se produzcan interferencias gubernamentales, aun con el riesgo de explotación que esto significa.
En el contexto occidental, Canadá ha abierto el debate sobre la posibilidad de transición desde un modelo altruista, en el que se satisfacen gastos establecidos por contrato difícilmente contrastables, a otro abiertamente comercial, en el que se podría cobrar por el lucro cesante, es decir, por aquellos beneficios que la gestante dejaría de obtener debido a su embarazo y puerperio. De este modo, se pretende evitar los pagos irregulares y garantizar unas condiciones más seguras para las partes implicadas. Mientras, Reino Unido, Irlanda, Dinamarca o Bélgica mantienen una regulación favorable para la modalidad altruista frente a Francia, Alemania, Italia o Suecia, donde la práctica está explícitamente prohibida. Este es también el caso de España, aunque el PNL de Ciudadanos para su legalización sigue presente en la agenda política y se ha convertido en uno de los emblemas del feminismo liberal defendido por líderes como Inés Arrimadas.
Canadá ha abierto el debate sobre la posibilidad de transición desde un modelo altruista
Políticos y juristas buscan equilibrios imposibles a través de las leyes, en un afán de garantizar condiciones contractuales ecuánimes y la filiación para los menores. De hecho, la protección del interés superior del menor a tener unos padres está legitimando de facto la práctica frente a la prohibición o falta de regulación en los países a los que regresan los subrogantes con las criaturas. Al mismo tiempo, continúa la confrontación entre quienes abogan por la libertad plena sobre el propio cuerpo, asumiendo que esa plenitud existe y puede ser garantizada, frente a aquellas otras posiciones que defienden la penalización de la subrogación, entendiendo que una presunta autonomía no es condición suficiente para aceptar una práctica que cosifica a la mujer y perpetúa sus condiciones de desigualdad. Todo ello transcurre en un escenario marcado por los potentes intereses económicos de la industria reproductiva. Entretanto, las experiencias de las mujeres que gestan para otros siguen siendo escasamente conocidas, especialmente las de aquellas cuya voz resulta más difícil de oír. Las variaciones entre países complican las investigaciones empíricas a este respecto. Con frecuencia, las clínicas y los intermediarios controlan el acceso a las mujeres gestantes, que pueden ser reacias a colaborar con los investigadores debido a la falta de seguridad jurídica, por su dependencia económica de las agencias o para proteger su privacidad. La mayor parte de los estudios sobre sus experiencias son limitados, aunque pueden servir de muestra para ilustrar los relatos que ellas expresan. Es llamativo cómo la motivación económica con frecuencia se oculta tras el discurso del altruismo, la generosidad, la empatía, la abnegación, virtudes con las que las mujeres nos hemos socializado a lo largo de la historia. Esta expresión aparece tanto en mujeres en situación de pobreza como en aquellas otras con mejores condiciones económicas. Entre estas se llega a enunciar una sensación de empoderamiento por la capacidad de gestar para quienes las requieren. Basta asomarse a páginas como la de la Canadian Surrogacy Community para comprobar este tipo de expresiones.
Resulta cuando menos inquietante comprobar cómo los eslóganes de las agencias de reproducción son interiorizados por las potenciales subrogadas. La retórica del «regalo de la vida» surge como justificación moral para participar en una transacción que implica algún tipo de remuneración, incluso en la modalidad altruista. No se pueden negar los casos genuinamente motivados por generosidad o empatía; pero más allá de las individualidades o proyectos vitales particulares, conviene reflexionar sobre el modelo social que queremos frente a la resignación de lo que se impone como irreversible.
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