cuestión de familia
El Gobierno ha dado un ultimátum, que por cierto no será el último, a la familia del general que se murió de viejo después de mandar en España más tiempo que Almanzor. Serán eso que en las esquelas se llaman 'familiares y parientes' los que decidan dónde irán a parar sus huesos, que en este momento parecen móviles porque los siguen traqueteando. Para sacarlos del suntuoso mausoleo de Cuelgamuros hay que saber dónde pueden colgar. El Consejo de Ministros tiene la intención de sacar su tumba, para que los muertos no sigan peleándose entre ellos. Los españoles no somos rencorosos, pero seguimos diciendo eso de que 'a mí, quien me la hace, me la paga'.
El Consejo de Ministros acordó hace unos días conceder un plazo de quince para que decidan dónde quieren que sea enterrado, no sin antes comprobar que no ha resucitado. La vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, calcula que la discusión del hospedaje terminará en diciembre, cuando nos estemos deseando unas felices pascuas, pero lo que urge ahora es dónde poner al muerto cuarenta y tres años después de su fallecimiento por eso que llamamos ley de vida.
Pedro Sánchez dice que un dictador no puede tener una tumba de Estado, siguiendo la senda trazada por Carmen Calvo. Ambos quieren olvidar que el olvido no existe aunque cambie algún artículo de la ley de Memoria Histórica. Los que creemos que el ayer es más negro que el hoy quizá seamos unos optimistas sin motivo, pero seguir se ha convertido en una de las bellas artes y nos tiene a algunos como discípulos. Más o menos díscolos.