Covid: salud, economía y soluciones
Urge un gran pacto nacional global en el que todos se impliquen
Llevamos ya muchos meses durante los cuales los ciudadanos de las diferentes comunidades autónomas estamos viviendo un verdadero infierno por culpa del virus que nos ... ataca sin piedad. No hay tregua y, además de haber estado dos meses encerrados, con miles y miles de muertos, personas contagiadas con graves secuelas y pérdidas millonarias en el empleo y en los indicadores económicos, volvemos a observar cómo la pandemia no se controla. Y cómo las diferentes autoridades siguen improvisando medidas que no logran frenar la sangría que todo ello conlleva.
Asistimos atónitos a actuaciones poco cívicas por una parte de la población. No se siguen las recomendaciones ni las normas más elementales de convivencia, y el virus avanza y avanza y nos da cifras alarmantes día tras día. Se culpa a los más jóvenes de no ser solidarios y nuestros mayores se siguen contagiando en todos los ámbitos. Las salas de urgencias de los hospitales y los ambulatorios se saturan. Cada día aparecen nuevos focos de infección.
Estamos a punto de que los niños y los jóvenes vuelvan a las aulas en los diferentes niveles educativos y crece la preocupación entre las familias. Pero es que también muchos miles de personas volverán al trabajo tras las vacaciones de verano, si es que no han perdido su puesto, o intentarán volver a incorporarse al mercado laboral. Muchos de nuestros licenciados en los últimos años no han tenido ni siquiera la posibilidad de iniciarse en su andadura profesional.
Y mientras tanto, ¿qué podemos esperar de nuestras autoridades? Pues esa es la pregunta que todos nos hacemos. Mientras los responsables políticos sanitarios no dejan de dar instrucciones y consejos, los profesionales de la sanidad se quejan de las saturaciones, recortes, jornadas de trabajo interminables y falta de recursos de todo tipo.
Los líderes empresariales y sindicales se reúnen con las diferentes administraciones y lanzan mensajes y llamadas a la tranquilidad, pero el ciudadano que ve que ha perdido su salud, su puesto de trabajo, o teme que puede llegar a perderlo, no termina de entenderlo.
Es por todo ello que necesitemos urgentemente de un gran pacto nacional, global, en el que todos -y cuando digo todos es todos, los diferentes agentes, partidos políticos y administraciones- se impliquen de verdad. Sumando fuerzas de manera sincera y comprometida. Y no, como hasta ahora, tratando cada uno de salvar su responsabilidad e intentando sacar rédito de una situación que es verdaderamente alarmante. Los ciudadanos no lo entienden.
Los acuerdos y los fondos que nos lleguen de Europa serán, sin lugar a duda, una gran ayuda, pero no serán la solución. Todo el mundo está inmerso en este ciclón que nos está devastando y del que no vemos salida a corto ni a medio plazo hasta que, al menos, tengamos una vacuna efectiva.
Pero no podemos seguir asistiendo a actuaciones desordenadas, y a veces interesadas. Necesitamos actuar ya, de manera urgente y coordinada y consensuada. En este sentido, nos preguntamos si a algunos de nuestros responsables no se les ha ocurrido mirar a China.
China fue el origen del brote de la pandemia y en China, con más de 1.500 millones de habitantes, las empresas han vuelto a la actividad, los estudiantes se han incorporado a sus clases en colegios y en universidades y llevan muchos días sin comunicar ni un solo contagio.
Con tantos y tantos viajes oficiales que nuestra clase política y científica realiza de manera habitual a diferentes países, ¿a nadie se le ha pasado por la cabeza mandar una delegación a China y analizar 'in situ' cuáles han sido las medidas que han adoptado y que tan buenos resultados les están dando? También podríamos solicitar que expertos de ese país se trasladen aquí y nos ayuden en la búsqueda de las soluciones que tratan de encontrar los diferentes comités que se van creando.
Aquí parece que lo que importa es ir poniendo parches con medidas, recomendaciones y sanciones que los ciudadanos no terminan de percibir como efectivas. Necesitamos menos inacción y más acción ya. En ello nos va la economía y la propia vida.
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