Vida de las palabras
El día que no haga una consulta al diccionario estaré acabado intelectualmente
Aunque he tomado el título para esta columna del de la película de Isabel Coixet 'La vida secreta de las palabras', me refiero a lo ... opuesto, a su dimensión pública (en boca de muchos) y a la inclusión como neologismos reconocidos en el diccionario. Y también a lo contrario, a las palabras que salen de sus páginas por desuso continuado y de este modo se certifica su muerte. Algunas perviven a pesar de que apenas se emplean en el lenguaje y siguen protegidas por la Real Academia a disposición de la escritura. De estas últimas, entre muchas otras, me gusta la barroca zurriburri, que es barullo en su primera acepción y sujeto despreciable de baja estofa en la segunda, más acorde con la etimología pelo de burro que recoge el diccionario de Covarrubias (1611), que fue el primero de la lengua española. Zorrocloco posee parecidos atributos y designa al que es un bobo solo en apariencia. Alipori, que es vergüenza ajena, me encanta en sí misma, por su significado y porque despide aroma de novela decimonónica. Alquitara me parece también una hermosa palabra, sinónimo de alambique, que también lo es y por ello no me cuesta seguir en este caso la recomendación de Borges de escoger a la hora de escribir entre dos sinónimos el más común.
Acaban de entrar en el Diccionario de la Lengua Española 2.557 palabras nuevas o que ya estaban recogidas y se amplían o cambian sus acepciones. De las que me he enterado, algunas no me gustan por parecerme feas (puro subjetivismo de nuevo). Por ejemplo, finde y emoji me suben el azúcar. La pandemia ha cosechado sus propias palabras, otra cosa es si resulta necesario aceptarlas. En este sentido, desescalada se ha empleado hasta la saciedad, pero descenso ya cubría el mismo concepto. Cuarentenar como verbo tendrá la virtud de la economía expresiva, pero poner en cuarentena ya servía bien. En todo caso, la RAE recuerda que se limita a recoger como notaria el habla en español. Más complicado y discutible es decidir el momento de incorporar un neologismo; es decir, si lo que se acepta va a permanecer o su vida será pasajera.
Tengo la aplicación del Diccionario de la Lengua Española en el ordenador y en el móvil. Lo consulto a diario, tanto cuando leo como cuando escribo. Siempre descubro al leer palabras que no conozco o cuya semántica exacta ignoro. Y al escribir, me resuelve la duda de si estoy empleando una palabra en la acepción que pretendo entre las varias que ofrece o si puede emplearse como adjetivo. O busco sinónimos. El día que esa curiosidad y rigor me falten y por desidia no haga una consulta, estaré acabado intelectualmente.
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