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Vida de las palabras

El día que no haga una consulta al diccionario estaré acabado intelectualmente

Domingo, 13 de diciembre 2020, 00:01

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Aunque he tomado el título para esta columna del de la película de Isabel Coixet 'La vida secreta de las palabras', me refiero a lo ... opuesto, a su dimensión pública (en boca de muchos) y a la inclusión como neologismos reconocidos en el diccionario. Y también a lo contrario, a las palabras que salen de sus páginas por desuso continuado y de este modo se certifica su muerte. Algunas perviven a pesar de que apenas se emplean en el lenguaje y siguen protegidas por la Real Academia a disposición de la escritura. De estas últimas, entre muchas otras, me gusta la barroca zurriburri, que es barullo en su primera acepción y sujeto despreciable de baja estofa en la segunda, más acorde con la etimología pelo de burro que recoge el diccionario de Covarrubias (1611), que fue el primero de la lengua española. Zorrocloco posee parecidos atributos y designa al que es un bobo solo en apariencia. Alipori, que es vergüenza ajena, me encanta en sí misma, por su significado y porque despide aroma de novela decimonónica. Alquitara me parece también una hermosa palabra, sinónimo de alambique, que también lo es y por ello no me cuesta seguir en este caso la recomendación de Borges de escoger a la hora de escribir entre dos sinónimos el más común.

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