A perro flaco

Pero hay otros 'veranos'. En Grecia, hubo fuego; en Afganistán, conquistas armadas; y en Haití, terremotos. En el país caribeño, es como para pedir la cuenta y bajarse de la vida. Primero, matan a su presidente Moïsei hace semanas, ahora les viene un seísmo brutal y la ayuda humanitaria muchas veces no llega porque el punto de Martissant está controlado por bandas armadas. El perro flaco y sus malditas pulgas.

No significa todo eso que hayamos de renunciar a disfrutar porque otros no puedan hacerlo. Pero, desde luego, tampoco significa que ante noticias de guerras, terremotos o enfermedades debamos cambiar de tema: «Ay, dejemos de hablar de eso por favor, que estamos en verano…». El sufrimiento es el grito que se nos lanza desde la trascendencia para que despertemos de la superficialidad. Si rechazamos escuchar desgracias, quizá sea porque no hemos conectado con nuestra parte trascendental. Nos da miedo oírlas porque son una llamada de atención. Una advertencia de que los eslóganes occidentales epicúreos pueden no ser siempre ciertos.

Pero hay que mirar el lado 'positivo'. Chesterton dijo que llegó a conocer el Bien porque apreció la existencia del Mal. Así, que todo lo malo que ocurre a nuestro alrededor (a veces, más cercano que Haití) no nos lleve a la desesperación, sino al agradecimiento. La consciencia de que podríamos no tener cosas buenas ha de hacer que agradezcamos, celebremos y disfrutemos el tenerlas. Feliz verano.