Enchufados
Fui al dentista y me dijo que era un insensato por no tener un irrigador bucal. Ya me había dicho lo mismo hace años por ... no tener un cepillo eléctrico. ¿Te imaginas un apagón? A ver, están los electrodomésticos de toda la vida, la lavadora, el frigorífico, etcétera. Luego estos otros más sofisticados: el exprimidor, la tostadora, el secador de pelo, el robot de limpieza, el irrigador. Llegaron los ordenadores, los móviles, las cámaras... Todo el día estás cargando algo. Hasta los patinetes son eléctricos. Y las bicicletas. Y las nuevas sillas de ruedas veloces guiadas por ancianos entusiasmados que te sobrepasan por las aceras. Así que el precio de la electricidad aumenta cada día, ¿a quién le extraña? A mí no. ¿Qué demanda ahora todo el mundo con ansiedad, angustia y desesperación? ¡Más electricidad, por favor! ¡Y rapidito, que llega el invierno! Los que venden la electricidad se frotan las manos. Yo creo que hasta bailan el bimbó.
Mientras tanto, como siempre, los líderes de Europa buscan soluciones a los problemas que han creado. Tardan en ponerse de acuerdo. Quedan para intentarlo el mes que viene. Cada país es un mundo, dicen. A joderse. ¿Te imaginas un apagón de semanas? Antes no te imaginabas la pandemia y ahora no te imaginas esto. Pero puede pasar. Y no lo digo yo. Lo dice el Ejército austriaco. Los mismos que, al parecer, presagiaron la pandemia dos años antes de que ocurriera. La pregunta no es si habrá un apagón, sino cuándo, ha declarado con orgullo la ministra de Defensa. Da miedo, ¿no? En todo caso, yo ya tengo irrigador, ¿quién quiere dar marcha atrás? Cada vez que lo pongo a cargar, pienso: esto no tiene remedio ni solución.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión