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Era un velero precioso, de esos que cuando los ves surcando el mar te detienes, enmudeces y dejas que el helado se te derrita hasta ... que la nave se confunde con el horizonte. Había sido construido en 2008 por el astillero italiano Perini Navi y renovado en 2020. Originariamente se llamaba 'Salute' pero al adquirirlo la esposa del magnate Mike Lynch le puso el nombre de 'Bayesian'. 56 metros de eslora, una cubierta de 436 metros cuadros y el mástil de aluminio más alto del mundo. Tenía capacidad para alojar a 12 huéspedes en seis lujosos camarotes distribuidos en 143 metros cuadrados, y no sigo. Lo tenía todo, velas, motores, tripulación experta, chef, y a bordo iban esas personas que el mundo considera indestructibles, magnates con sus socios y esposas, abogados, banqueros y hasta un bebé de un año. El viaje era una celebración por haber ganado un litigio controvertido.
Era agosto, estaban en el puerto de Porticello en la costa de Sicilia y el horizonte de aquellas 22 personas, contando a la tripulación, no tenía mácula alguna; la felicidad se había forjado con cincel de oro. Pero el cielo se oscureció y empezó a llover como si no hubiera un mañana. Una manga marina quiso bailar con el reluciente mástil y en unos minutos el velero volcó y se hundió como si hubiera sido de papel. Quince personas lograron salvarse. El diagnóstico ya rueda por las aseguradoras, que entró agua, que las escotillas estaban abiertas, que no debía haber estado fondeado donde estaba, ni los pasajeros en los camarotes. Es curioso que nadie diga que la única propietaria de este mundo es la madre naturaleza y que ella se sacude las pulgas y no hay maravilla que le haga sombra.
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