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La melancolía de las palabras

Nos quedamos boquiabiertos cuando la literatura desvela nuestros propios enigmas

Sábado, 9 de marzo 2024, 00:03

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Escribo bajo el efecto de la melancolía y, como bien saben mis lectores, de tiempo en tiempo escribo bajo sus efectos. He dejado sobre la ... cama, a medio leer, la que será la última obra de un escritor al que he admirado y admiro. Sus personajes caminan pegados a él, en una actitud pudorosa que invita al lector a su casa, a su baño, a su nevera y a la conversación con su cartera… Salgo de la lectura para reencontrarme con mi realidad, me voy hacia la cocina aún algo emocionada por la intimidad experimentada. Pico la cebolla y, mientras se carameliza a fuego lento, coloco las sillas alrededor de la mesa, abro la ventana, vuelvo a dar una vueltita al sofrito y sigo habitando a medias esa casa de Princeton donde mi escritor me ha llevado quizás por última vez a los restos de su vida. Solo cuando contesto al teléfono se esfuma el escenario, desaparece la sensación de haber viajado a su intimidad, al secreto que nos unirá cuando haya terminado la novela.

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