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Cruel ironía

Miércoles, 15 de septiembre 2021, 00:15

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La misma semana en que uno de los hombres más justos de que hemos gozado en el País Vasco, Joseba Arregi, nos abandona definitivamente, otro ... hombre (Henri Parot), este un asesino irredento, vuelve por fin a estar entre nosotros los vascos. Uno se va entre el dolorido aprecio de muchos que tuvimos el privilegio de compartir sus afanes (adiós, Joseba), el otro viene entre el jubiloso recibimiento de su grupo y la indiferencia de los más. ¿Cabe mayor burla cruel que este entrecruzarse de destinos vitales tan opuestos, el justo en despedida y el injusto en recibimiento? Pero, más allá de esta coincidencia, ¿cabe mejor retrato de nuestra sociedad que éste que reúne pinceladas tan desquiciadas como la del dolor por la muerte de Joseba y la alegría por la vuelta de Henri? Porque eso es lo que tenemos: un retrato implacable de nuestra sociedad con todo lo que contiene de bueno y de malo, de enaltecedor y de miserable, todo junto y revuelto. Y es bueno que así sea.

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