La broma
Habrá ministerios de la realidad virtual y de animales y androides de compañía
Estaba solo en casa. Me asomé a la ventana, pero no pasaba nadie. De pronto pasó un hombre con sombrero. Se me quedó mirando, así ... que volví al sofá. Como estaba aburrido, me puse a hacer un sudoku. De nivel fácil. Lo resolví en seguida sin demasiado esfuerzo. Entonces me animé a intentarlo con uno de nivel difícil, pero me dio dolor de cabeza. Me puse un sombrero que tenía a mano, solo por probar, pero el dolor se intensificó. No te pongas sombrero cuando te duela la cabeza, pensé. De modo que decidí salir a dar un paseo para despejarme.
Al principio, todo iba bien. No había mucha gente. Y la que había me resultaba desconocida, lo cual era perfecto. Por desgracia, al doblar una esquina, que tal vez fuera la esquina de la mala suerte o alguna de esas, me encontré con un amigo al que no veía desde hacía tiempo. Otro escritor, para más inri. No todos mis amigos son escritores, claro. Pero este sí. Pensé: cada vez hay más escritores por todas partes. Sin embargo, dije: ¡menuda sorpresa, Fulanito! Lo malo es que exageré un poco el tono, creo, porque él se sorprendió y se sintió obligado a invitarme a tomar un café en un bar cercano. Así que no pude negarme. Era imposible.
Una vez dentro, como me temía, me habló de sus proyectos literarios. Con detalle. Me contó que estaba escribiendo una novela de ciencia ficción. Trata de una sociedad en la que todas las personas viven solas (o con su animal mimado), en apartamentos individuales, inmersas en sofisticados programas de realidad virtual y masturbándose con aparatos eléctricos diseñados para ello, dijo. Suena bien, le dije yo. Por decir algo. Qué le iba a decir. En realidad, nunca nos hemos tenido demasiada confianza. No obstante, creo que pensó que me estaba riendo de él, no sé. De hecho, es posible que lo hiciera sin darme cuenta. No lo descartaría.
Después de despedimos, fui rápidamente a buscar una farmacia y me tomé un ibuprofeno. Y, mientras emprendía el camino de vuelta a casa, pensé que esa historia de supuesta ciencia ficción que me había contado no era muy original, precisamente. ¿Gente sola en apartamentos? ¿Gente colgada de redes sociales de fantasía creíble? ¿Con sus chismes de placer y sus animalitos? Menuda novedad, ¿dónde está ahí la ciencia ficción? Eso, en todo caso, es realismo sucio, pensé. En varios países ya existe el ministerio de la soledad. Y pronto existirá también el ministerio de la realidad virtual y el de los animales y androides de compañía. En fin, antes de despedirnos le dije, un poco en broma: podrías titularla 'Un mundo feliz'. Pero me miró un poco raro. No sé si le hizo mucha gracia.
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