Esta semana veremos muchos 'banners' en internet sobre regalos originales para las madres. Desde aquí un memento por aquellas madres que ya no están aquí, ... pero sí están 'cerca'.
No soy muy de celebrar impostadas efemérides, más patrocinadas por centros comerciales que por tradiciones históricas. Pero el día de la madre lo compro. ¿Qué es una madre? No quiero entrar en disquisiciones polémicas, pero creo que una madre es algo así como la computadora central de la familia. El pilar. La que siempre dice: «No, si yo prefiero el ala rota del pollo, comeos vosotros el resto». La que controla todo y sabe del día a día de cada uno. Más aún, lo que no puede saber lo intuye: «Este hijo mío está raro…». Creo firmemente en ese sexto sentido de las mujeres y que el mismo se desarrolla hasta niveles novelescos cuando son madres. Es un sexto sentido que (y perdón, machotes) les hace ser, sencillamente, mejores. Imagino que hace miles de años, para cazar leones, los hombres tenían más galones. ¿Pero ahora? ¿Ahora que todo trata sobre las relaciones personales y políticas, que los negocios pueden cerrarse por empatías y que el objetivo más buscado es la armonía social? Háganse esta pregunta: ¿Si todos los presidentes del mundo fueran presidentas, habría tantas guerras? No creo que tantas. Quizá por ese sexto sentido. Quizá por esa condición de 'madre' que (aunque no lo sean) todas llevan dentro y les hace no dejarse llevar por orgullos.
Hasta los pueblos o territorios nos buscamos a nuestra matriarca. La de Begoña en Bizkaia, la Blanca en Vitoria... Todos buscamos, en un sentido u otro, alguien que nos proteja.
Así que feliz día, amatxo; feliz día, madre; y feliz día, madre de mis hijos.
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