Anda suelto Satanás
El diablo todo lo enreda. Más aún la política, escenario en el que la búsqueda del ángel caído se hace con más ganas. Así las ... almas, y hasta las ideas, cotizan en busca de un cambio que garantice no la eternidad, sino el poder. Ya se sabe, una vez cerrada la consulta electoral, el camino de los pactos se abre hasta llegar al extremo de olvidar lo prometido. Es entonces cuando, como reza la canción, anda suelto Satanás.
A estas horas el diablo se divierte con el juego del Partido Popular y de Ciudadanos. Ambos juegan al roce sin querer tocarse con Vox. Ponen caritas, se insinúan, se citan en lugares secretos… Quizás sólo las huestes de Pablo Casado hacen menos ascos a vender su alma a Belcebú. No quieren una España ni roja ni rota. Por eso no tienen reparo alguno en seducir a un partido que, a decir verdad, tampoco está tan alejado de los postulados actuales de los populares. Más le cuesta, sin embargo, al joven Rivera. Sí pero no. Estar sin estar. Tenerlos cerca pero sin hablarles. Ni contigo, ni sin ti. Difícil juego este de Ciudadanos que, dispuesto a vender el alma por conseguir el poder, ama y odia a la vez a los chicos y chicas de Abascal. Sólo Manuel Valls ha hablado claro. Con la ultraderecha no se va a ningún sitio, señaló. El político francés tiene ese toque de dignidad y claridad de ideas que aún pervive en el país vecino. En Francia, la incompatibilidad de caracteres es clara, rotunda. No conduce a la duda.
También el diablo camina por la otra orilla. Tentaciones tienen todos. Pecados cometen todos. Cierto. Pedro Sánchez, repleto de soberbia, juguetea con Satanás para conseguir la soledad con la que disfrutar del poder. Es el triunfador, ganador absoluto, no hay nadie como él. Encadenado por la vanidad, quiere en el dormitorio a Podemos, no en la cama. Por eso gira y retuerce el lenguaje hasta la invención de un Gobierno de cooperación, como si su tarea fuera más humanitaria que de Estado. Pablo Iglesias le es útil aunque no suficiente. No sirve del todo. Éste, por su parte, le ronda al diablo para quedarse y por eso vende su alma barata. Sólo quiere un pequeño rincón en el gobierno. Nada más. Y hasta igual, algo más pequeño.
Y como Satanás también todo lo puede, ronda a estas horas el Tribunal Supremo para que las mentes se confundan y todo salga a pedir de boca. Busca el caos, la confrontación, la perpetuidad de una pelea en la que, bien mirado, la mayoría puede salir muy mal. Sin alma y condenada. Por eso disfruta Satanás a estas horas. Nada le gusta más que andar suelto, jugar con las ambiciones, los egoísmos y las envidias. Es curioso: en un país como España, donde se llegó a pensar que Dios tenía enclavada su residencia, es el diablo el que mejor se lo pasa.
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