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Jose Ibarrola

Acorralados

Ante su cuesta abajo electoral, Iglesias ha optado por quemar sus naves y apretar a un Sánchez que se creyó más fuerte de lo que en realidad es y hoy ya no se fía de su 'socio'

Miércoles, 17 de julio 2019, 01:02

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Cualquiera que hubiese sido el desenlace de esta tragicomedia poselectoral, eran ya claros los términos en que ha venido desarrollándose y, por consiguiente, sus efectos ... previsibles sobre nuestra democracia. En un primer momento, resultaba previsible un desenlace favorable, tras la doble victoria del PSOE, aun cuando la misma le dejase lejos de la mayoría. Ahí estaba la reciente experiencia de colaboración positiva con Podemos durante el año de un Gobierno Sánchez aun más minoritario. ¿Por qué no tomar lecciones de ese prolongado encuentro, más aun cuando los pésimos resultados electorales de Podemos reducían la exigencia de un gobierno de coalición? Todo parecía ir hacia lo mejor en el mejor de los mundos políticos para Pedro Sánchez, y él mismo se pronunció de acuerdo con tales expectativas al día siguiente del 26-M. Solo podía haber un Gobierno PSOE; tocaba a los demás jugadores adaptarse a esa dura realidad. Y sin embargo no ha sido así.

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