Adiós a una travesía para el recuerdo
Inolvidable. ·
El partido ante el Oviedo cierra una campaña sobresaliente que jamás empañará el fallido ascenso a Primera División en el último tirón. No hay que perder la perspectiva; hace unos meses el bloque rojillo era el primer candidato a descenderLágrimas de orgullo. De pena, también. Pero, sobre todo, de orgullo. El Mirandés se quedó a las puertas de firmar una auténtica gesta, lo tuvo ... cerca, el rival, todo un Oviedo de capital mexicano necesitó la prórroga para doblegar a un equipo rojillo para el recuerdo.
Es lo que se vio anoche en ese pequeño sector de las gradas del Carlos Tartiere que ocupaban los 400 seguidores rojillos. Por supuesto, también sobre el césped del estadio asturiano; en la propia Miranda y en muchos otros rincones del país donde los mirandeses sintieron esa condición con más fuerza que nunca gracias al equipo de su pequeña ciudad, que ha estado a punto de rubricar una parte de la historia del fútbol de Primera División en España. Por un suspiro no ha podido ser.
Que el Mirandés al que todos daban en agosto como el claro candidato a descender de categoría, cerrando incluso la clasificación, se haya quedado a un solo gol de ascender de forma directa a Primera (el empate sin tantos ante el Almería se lo privó) y a las puertas de la gloria en el último y decisivo encuentro del 'play off', no puede empañar la fantástica travesía que a lo largo de diez meses ha efectuado la plantilla de Alessio Lisci.
Orgullo de equipo. Los rojillos se iban con la cabeza alta a pesar de que la fiesta fue carbayona con invasión de campo a pesar de que desde megafonía se avisó de que no se invadiera el terreno de juego. Este equipo de Lisci solo merece aplausos porque ha enamorado a gran parte del país con su fútbol y, al mismo tiempo, con su modestia.
Un Mirandés que ha vuelto a demostrar que no todo lo hace el dinero; que con valores, ideas muy claras, humildad y trabajo se pueden conseguir también grandes metas. Prueba de ello es que la España futbolística, a excepción de los rivales más directos, ha convertido a la escuadra jabata en su segundo equipo. A imagen y semejanza de lo que ocurriera con motivo de las dos semifinales de Copa a las que llegó el primer equipo del club, cuando Miranda y el Mirandés aparecieron en el mapa.
«No se puede decir nada a estos jugadores, lo han dado todo», es el mensaje que más se repite
Todos se han hecho un poco más del Mirandés. Porque, a pesar de no ascender a Primera, la gesta de aspirar a entrar en la élite quedará para siempre en el recuerdo. Imborrable. La ha tenido en la mano hasta la última contienda de la fase de ascenso, pero el premio se lo llevó el Oviedo. El presupuesto y límite salarial más bajo de la categoría, los escasísimos recursos de que dispone en una ciudad de tan solo 37.000 habitantes, las no demasiadas ayudas de las grandes administraciones -que sí tienen otros clubes radicados en capitales de provincia o en localidades con mucha más población- no han sido óbice para firmar la mejor temporada en los 98 años de la historia de la entidad.
Ya lo decían los protagonistas que han conversado con EL CORREO estas últimas semanas. «Hay que tener presente que estamos dando pasos de gigante, aunque no se ascienda. Si no se logra, pudiera haber en la ciudad una pequeña desilusión, pero tiene que ser todo lo contrario», exponía el que fuera presidente de la entidad entre los años 2005 y 2009, Félix Pipaón.
Ha ascendido el 'grande'; decisiones arbitrales discutibles contribuyeron ayer a la derrota
La opinión generalizada y unánime, no sólo del mirandesismo, es que el fútbol no ha otorgado a todos los que integran el club rojillo lo que se ha merecido esta campaña. Ha sido injusto, pero como lo ha sido, también, otras veces. A estos 'chavales' no se les puede poner un 'pero', lo han hecho todo bien. «Qué se les puede decir a estos chicos, si no se les puede decir nada», se aseguraba por los corrillos de la ciudad al despedirse del sueño de Primera División. Su mérito es enorme.
Ubicado en la cuarta plaza tras 42 jornadas, obtuvo un botín de 75 puntos. Otros años hubiera servido para un ascenso directo. Esta campaña, más exigente, ni siquiera ha permitido conseguir alcanzar la segunda plaza que también premia con un salto directo a la máxima categoría del fútbol español.
El mejor local de la categoría y uno de los que ha obtenido mejores resultados en las grandes ligas europeas en la condición de anfitrión se queda sin el premio gordo. Injusto. Ha tenido que ser a domicilio, en los últimos instantes del curso. Hasta el último minuto del encuentro disputado en el Tartiere ha permanecido en la pelea para orgullo de todos.
Porque su fútbol ha sido atrevido, vistoso y con efectivos llamados a ocupar más pronto que tarde un lugar de privilegio en la élite. Lo harán, seguro. Tampoco olvidarán su paso por el Mirandés como no lo hará una hinchada rojilla agradecida por el corazón con el que han defendido el escudo pese a que muchos de ellos llegaron en calidad de cedidos y continuarán sus carreras a partir de unas semanas en sus respectivos equipos de procedencia o donde sus clubes de origen y ellos mismos dispongan.
Esta vez con un esquema diferente, sin extremos puros como sí ha jugado otros años, pero las circunstancias y el buen desarrollo posterior del equipo han obligado a tirar de un dibujo con defensa de tres o de cinco, según se mire, con dos carrileros largos.
Sigue un modelo de club diferente, que en el exterior puede ser criticado pero ese rechazo responde más a un espíritu demagógico. Lo cierto es que en el resto de equipos, más de la mitad de la plantilla tiene sólo un año de contrato. Y en Segunda no es recomendable hacer contratos de, por ejemplo, tres años a futbolistas que ganan un pastizal y que se lesionan, no rinden o se baja de categoría. Hay que acordar relaciones más duraderas con jugadores con hambre y proyección, entre otras cuestiones, porque el resto se puede relajar demasiado. Toca empezar de cero. Otra vez.
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