Temas del Fantasma de la Ópera, 'Los Miserables' o 'Sonrisas y Lágrimas' sonaron en sus voces este sábado sobre el escenario de un teatro abarrotado. E. C.

Voces que crean familia en Miranda

El Orfeón Mirandés cumple 75 años cargado de vitalidad, proyectos y estrenado su primera sede en propiedad

Cristina Ortiz

Domingo, 16 de noviembre 2025, 00:16

En un tiempo en el que domina la inmediatez y las modas son pasajeras y efímeras, soplar 75 velas es además de un honor, toda ... una extrañeza. Más aún, si se tiene en cuenta que detrás no hay ni dinero, ni un negocio rentable, ni una nómina. Sólo pasión por cantar, mejorar día a día y, por supuesto, compartir tiempo con gente a la que consideran 'familia'. Ésa, sin duda, es la clave de bóveda que sostiene y mantiene vivo al Orfeón Mirandés José de Valdivielso.

Publicidad

Una institución, sí, una gran institución mirandesa que celebra sobre el escenario sus bodas de brillantes y lo hace mirando hacia atrás sólo para recordar a todos aquellos en los que en algún momento estuvieron dentro, pero poniendo el foco en el futuro para lo demás; todo aquello que supone seguir asumiendo nuevos retos, proyectos nunca antes ejecutados o compartidos con otros colectivos alejados de sus cánones, como Noites de Rock y Meigas, con quienes actuaron este año en las fiestas patronales. Eso fue en septiembre en la calle Cantabria y, sólo dos meses después, este sábado, volvían a sorprender interpretando temas de musicales en el Apolo.

Y es que por más experiencia que acumulen, los retos nunca se acaban y el colectivo no está dispuesto a acomodarse. Eso los llevaría a desaparecer, y lo saben; cuando lo que están buscando es sumar savia nueva y joven. Gente dispuesta a aportar y a contribuir a escribir la historia su historia, como llevan haciendo ya varias décadas algunos de los componentes más veteranos de un grupo que ahora conforman 49 personas, pero que llegó a rozar el centenar. Aunque también fue capaz de resistir cuando con apenas 15 parecía llamado a desaparecer.

Fue entonces cuando se incorporó Rita Rica. Han pasado 47 años desde que ella, atendiendo a la llamada realizada a través de la radio por las Amas de Casa, se acercó al colegio Cervantes, donde ensayaban entonces a las órdenes del Padre Leopoldo, que acababa de coger la batuta. Le gustaba cantar, había estudiado música en el internado donde estuvo en Orduña y cinco años de solfeo después de casada, pero nunca había sacado partido a esa formación.

Publicidad

Hasta que empezó a cantar con el Orfeón, donde no ha parado de aprender y estudiar. Siempre se lo ha tomado muy en serio. «Yo siempre he sido muy vaga para ir a gimnasia y a cualquier tipo de actividad, por lo único que me he sacrificado, aunque no se puede llamar así, ha sido por el Orfeón. Siempre he estado muy a gusto».

Al igual que Eduardo Pérez, al que junto a su mujer, 'engaño' Marilí Martínez para sumar sus voces al coro. Les convenció al terminar una actuación por Navidad en Jesuitas, donde él era profesor; y, desde entonces, han pasado ya 43 años y ahí sigue. De música sabía lo justo, lo que había estudiado para aprobar en Magisterio, pero sí tenía mucha afición. Si bien, no ha sido sólo eso lo que le ha hecho seguir al pie del cañón durante tantos años, si no el haber encontrado una familia.

Publicidad

«Da gusto venir a ensayar» y tiene claro que seguirá yendo «mientras la pila aguante o no me eche el director», bromeaba bajo la atenta mirada de Héctor G. Mirumbrales, ahora a la batuta del colectivo, al que le reconocen las «broncas merecidas».

El grupo ha trabajado de manera intensa para preparar su actuación en el Apolo. Avelino Gómez

 Y es que para que medio centenar de voces suenen bien y acopladas hay que poner orden. Lo sabe bien José Antonio Pobes, al que también animaron a entrar su cuñada Marilí y su hermano Benito Pobes. Eso fue hace ya 44 años. «Me liaron los dos, pero siempre he estado encantado», reconocía. Siempre le había gustado la música.

Publicidad

«De chiquillo tenía una voz angelical y canté muchas misas en los Jesuitas. Después, te haces mozo empiezas a fumar y beber  (bromeó) y se estropea. Pero con lo que ha quedado algo rendimos». Lo importante es la ilusión. Desde que entró sólo ha faltado los 3 años que se fue a Ponferrada por trabajo y allí también formó parte de un coro. «El ambiente es maravilloso, todos los compañeros son muy buenos. Es gente que estimula, lanza retos».

De hecho, reconoce que el Orfeón que conoció cuando entró no tiene nada que ver con el de los últimos años. Antes teníamos un repertorio base, clásico;y aunque ahora también lo tenemos, vamos de reto en reto. Lo primero que ensayó fue 'La Jota del Alto Aragón' y en los últimos meses los musicales de Broadway han centrado su trabajo coral. Nada que ver.

Publicidad

Sin olvidar, entre medias, la música sacra con el Padre Leopoldo, un director con el que aprendieron mucho los 25 años que estuvo al frente del Orfeón y al que le agradecen su aprendizaje en ese tipo de repertorio de música religiosa. «Nos preparó muy bien, pero era un mundo distinto», apuntó Pérez.

Directamente del colegio religioso, pero de Las Josefinas, entró Marta María Martínez. Tenía 15 años y le parecía divertido cantar. Lo hizo apenas dos años, porque antes al igual que ahora, retener a los jóvenes no resulta sencillo. Pero el poso que el grupo dejó en ella fue suficiente para que tiempo después, cuando regresó a vivir a Miranda, llamara a las puertas del Orfeón, donde lleva ya 30 años.

Noticia Patrocinada

«Me encanta. La música para mi es ideal».Así que ante la insistencia también de Marilí para que entrara acabó haciéndola caso. Aún recuerda cómo intentó que el Padre Leopoldo le hiciera una prueba de voz en San Juan del Monte, en plenas fiestas. No lo logró entonces, pero no tardó mucho en conseguirlo. Y nunca se ha arrepentido. «Tú das tu tiempo pero el Orfeón te da muchísimo más.Me gusta compartir, estar con mis compañeros... y los nuevos retos me encantan. Le demostramos a Héctor (el director) que cumplimos con lo que nos propone, por difícil que sea». Aunque, como puntualizaba Rita, lo vivan «como un castigo por no haber estudiado de joven. A estas alturas de mi vida, este señor me está haciendo estudiar más que nunca». Hasta el punto, como reconocía Marta María, de tener el móvil debajo de la almohada con la melodía de un tema a las dos de la mañana.

Todos quieren dar la nota exacta y no desentonar. De hecho, esa presión autoimpuesta llevó a Mari Carmen Mediavilla a apuntarse casi al mismo tiempo al grupo que a clases de solfeo. Hizo tres años de formación. «Quería estar más suelta y tener más conocimientos».

Publicidad

Ellos son cinco de los 49 miembros más veteranos de un Orfeón al que reconocen que le hace falta savia nueva, más voces que les permitan llegar a rondar los 60 integrantes. Un número que consideran ideal para una agrupación de sus características. Por eso, aunque se muestran muy contentos por haber sido capaces de 'captar' seis integrantes en lo que va de año, siguen tratando de convencer a algunos de los muchos aficionados a la música que hay en la ciudad. «Parece que cuesta. Sobre todo en las voces masculinas; aunque luego, curiosamente, somos una sociedad a la que le gusta mucho cantar».

También probaron en alguna ocasión a unir todos los coros mirandeses alrededor del Orfeón, pero nunca llegó a cuajar y tienen claro que tampoco ahora funcionaría. El relevo generacional es un mal generalizado en muchos colectivos en donde se trabaja de manera altruista, por placer, pero que exigen un compromiso. Ellos ensayan entre 4 y 6 horas semanales, un tiempo que en una sociedad como la actual, con una gran oferta de actividades y gustos muy diversos, a la gente le cuesta sacar. «Ahora hay otros intereses».

Publicidad

Este puede ser uno más si prueban. Es a lo que invita el director, a que si les gusta cantar y la música, lo intenten. «Nuestras puertas están abiertas para que todo el que quiera probar a ver cómo se encontraría en un coro, lo haga». Aunque pueda parecer que los que están ya se lo saben todo y el nuevo nada, no es así. «El aprendizaje es continuo y «en los últimos 25 años, todos los directores que han pasado han tratado de dejar su impronta y un camino».

Un camino que están convencidos de que va a seguir muchos años más. 75 no son nada. Cumpleaños que van a celebrar oficialmente en menos de una semana, el día 22, que fue cuando, con motivo de Santa Cecilia, se presentó el Orfeón ante el público mirandés, junto a la Banda Municipal y la Rondalla Mirandesa, y dirigido por Gregorio Solabarrieta. Su primer concierto en solitario lo dio el 12 de abril del año siguiente en el Teatro Apolo, lugar al que volvieron ayer.

Publicidad

Además, de cumplir 75 años, el colectivo celebra que también, por primera vez desde su creación, ahora cuentan con local de ensayo propio. Instalaciones que han podido adquirir gracias al premio de la Lotería de Navidad que repartieron en papeletas en 2018. Les ha costado, pero ya tienen su propio espacio. Otro motivo más por el que brindar. 

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad