La Plaza de Abastos suma cuatro puestos nuevos en menos de medio año

Aún así, la instalación tiene todavía diez establecimientos cerrados, sin actividad, pese a ofrecer alquileres más bajos que una lonja a pie de calle, y con servicios, como la calefacción, el aire acondicionado o la luz, incluidos en la renta. Por un puesto de 12 metros se están pagando 205 euros y los más grandes no llegan a 400. Precios que, no tienen en cuenta el uso de espacios comunes, por lo que estiman que habría que hacer la comparativa de coste con un local de unos 60 metros cuadrados, por lo menos.

Sin olvidar la importancia de llegar a un sitio por el que todos los días pasan centenares de personas dispuestas a comprar. «La plaza tiene mucho futuro, pero los que estamos tenemos que promocionarla más y dar un servicio que aún falta», valoró el presidente de la agrupación que regenta la instalación, José María Zulueta; quien a modo de ejemplo ponía sobre la mesa la opción de abrir por las tardes (ahora sólo lo hace los viernes y las víspera de festivos) o la recogida de pedidos por teléfono.

«Habrá que ir renovando y retocando cosas si queremos que funcione». Y eso que, en estos momentos, Zulueta se muestra optimista sobre la situación de la plaza. «Lo veo bien, bastante mejor que hace unos años. Se están recuperando los puestos». Hay interés y se sigue preguntando. Hace apenas unos días solicitaron información por un local que había estado funcionando como panadería.

Importante es también la apuesta de quienes teniendo un puesto se animan a abrir otro. Ese ha sido el caso de las dos charcuterías que abrieron antes de final de año y que tienen como titulares a responsables de dos de las carnicerías que tiene la plaza. Emprendedoras que, casi a la vez, decidieron que era necesario que la plaza volviera a contar con un tipo de establecimiento sin el que se había quedado. De hecho, ambas reconocieron que se animaron, esencialmente, por dar vida a la instalación y evitar que siguiera creciendo el número de persianas bajadas.

Pero todavía queda mucho por hacer en la planta baja y es ahí donde Zulueta cree que hay que concentrar todos los esfuerzos, antes de pensar en proyectos para el primer piso que, cuando él llegó, hace más de 40 años, estaba lleno de fruterías, charcuterías... «Pero entonces no había supermercados». Sí que apuesta por mejorar el exterior del edificio, para acompasar su imagen a la de un entorno urbano renovado y en renovación. Se trataría de cambiar las cristaleras, retocar la fachada y aumentar la iluminación. «Es lo que hace falta», zanjó.