El desmontaje de Montefibre complica la protección patrimonial de sus edificios

De hecho, a simple vista de pájaro se puede observar que la imagen de dos de las naves de la químico textil guarda similitud con los inmuebles de la antigua depuradora y el almacén de paja que se encuentran en los terrenos anexos y que son obra del ingeniero riojano Ildefonso Sánchez del Río, que patentó un sistema de dovelas-onda que permitía hacer bóvedas de grandes luces sin pilares intermedios.

Por eso, para constatar la relación que los edificios de Montefibre guardan con los de Sánchez del Río y determinar si comparten autoría o son obra de otros ingenieros de la misma escuela, así como definir el valor y las condiciones que tienen, la arquitecta mirandesa, Cristina Barrón, miembro de la Fundación Docomomo (dedicada a la documentación y difusión de la arquitectura del Movimiento Moderno), pide que se lleve a cabo en las instalaciones un archivo fotográfico y un levantamiento de planos.

Y que, además, se cuente para ello con miembros de la Fundación Juanelo Turriano, con sede en Madrid, que es, sin duda, «la que más estudiada tiene la obra de Sánchez del Río. Sería muy interesante». Después, si de ese análisis se determina que tienen la misma importancia que los de la papelera, «habría que intentar mantenerlos también y ponerlos más en valor».

¿Cómo? Incluyéndolos en el listado de inmuebles a catalogar como Bien de Interés Cultural (BIC). De hecho, hace ya casi dos años -fue en junio de 2021- que la Corporación municipal en pleno se comprometió a trabajar por la protección, el reconocimiento y la puesta en valor cultural de la depuradora, el almacén de paja y la chimenea de Fefasa, incluyéndolos en el catálogo de bienes protegidos de la ciudad y también promoviendo su declaración como BIC.

Se trataría, por tanto, de estudiar los dos edificios de apariencia similar de Montefibre y si se constata su valor, contar con ellos para esa futura protección sobre la que en dos años no se ha comunicado ningún avance. «Lo que no está protegido, mantenido y, a ser posible, utilizado, se acaba perdiendo. Dar un uso a un edificio es lo que a la postre garantiza el mantenimiento», recordó Barrón.

En su momento, cuando se analizó toda la documentación existente sobre Fefasa -de cara a preparar la exposición que el Colegio de Arquitectos de Castilla y León dedicó al complejo por su importancia fabril, constructiva y social- la arquitecta mirandesa recuerda que se manejó mucha documentación y no toda pudieron ponerla en relación con los inmuebles de la papelera.

«Al no conocer cómo está Montefibre no la pudimos asignar, pero igual es cuestión de ir montando el puzzle. Se puede dar autoría y poner en valor todo el conjunto», apuntó.

Un complejo que, con cinco edificios a preservar, ganaría relevancia de cara a su protección futura. Pero para ello «tiene que haber alguien que realmente se lo crea y lo impulse» y también ve importante que la ciudadanía valore «los beneficios que genera tener patrimonio» tanto a nivel turístico como económico. Aunque el primer paso tiene claro que pasa por la protección, porque sin esa catalogación no hay herramientas para garantizar su mantenimiento.