Iñaki Álvarez y Lur Uribarren regresan al campo base ante la previsión de una noche de fuertes vientos
Alex Txikon y Simone Moro deciden esperar a mañana para adentrarse en el Manaslu ante un previsible cambio en la dirección del viento
Intento abortado. Al menos a medias. El objetivo de Iñaki Álvarez y Lur Uribarren de subir hasta el campo 1 (5.900 m) para completar el porteo de material y quedarse allí a dormir solo han podido cumplirlo en su primera parte. Lo de pasar la noche lo han descartado en cuanto han llegado al campamento y han visto cómo la barría el viento. Por si fuera poco, unas nada amistosas nubes fueron cubriendo la montaña para dejar una tarde gélida.
Así que para las tres de la tarde la cordada estaba de vuelta en el campo base. «Al menos les hemos abierto la huella para mañana», se conformaba Lur Uribarren. Y es que ese ha sido otro de los hándicaps que se ha encontrado la cordada guipuzcoano-vizcaína. «La montaña no es que esté demasiado cargada de nieve como tal, pero hay zonas donde se acumula y ha habido tramos en los que hemos abierto huella hasta casi la cintura», afirmaba el de Elantxobe.
Mientras tanto, en el campo base, Alex Txikon y Simone Moro escudriñaban la montaña como buscando que les hablase y les avanzase sus próximos pasos a seguir. Lo primero que han hecho ha sido descartar la posibilidad de subir hoy. Lo que Iñaki y Lur estaban viviendo in situ, vasco e italiano lo estaban viendo desde el CB, así que han decidido no moverse.
Según avanzaba el día, sin embargo, el Manaslu empezó a mandar señales a los alpinistas. Simone Moro se lo mostraba a Alex Txikon a través de la pared transparente del domo-comedor. «Mira cómo está cambiando la dirección del viento. Se está volviendo de oeste y eso nos protege para trabajar hacia el campo 2», indicaba el de Bérgamo.
Así las cosas, todo apunta a que mañana será el día para que los dos ochomilistas especializados en invernales vuelvan a la montaña para acabar de equipar la ruta hasta el campo 2, a 6.400 metros de altitud, y duerman en él para completar la segunda y, en su caso, definitiva rotación de aclimatación.
A partir de ahí, solo les quedará armarse de paciencia a la espera de una ventana que les permita el ataque a cima. Que en este caso significa que el viento baje por debajo de los 40 k/h, ya que nieve no se espera a quince o veinte días vista. Es la intensidad límite del viento que la experiencia de Alex y Simone les dice que que pueden soportar sin entrar en riesgo de sufrir congelaciones. Esos requisitos se cumplen el día 29, pero solo durante unas horas, cuando lo que necesitan es al menos dos días en esas condiciones, por lo que habrá que esperar para más adelante, salvo que con el paso de las jornadas esa pequeña ventana se amplíe.