La expedición retoma las rotaciones de aclimatación a la espera de que el viento les de una tregua
Alex Txikon y Simone Moro esperarán a comprobar la fuerza del viento para seguir equipando hacia el C2, mientras Iñaki Álvarez y Lur Uribarren subirán a dormir al C1
A falta de nieve, pendientes del viento. Este año, el Manaslu ofrece un manto nivoso anormalmente bajo, pero eso no significa que abra sus puertas. Este invierno, las llaves las tiene el dios Eolo. Y, de momento, no parece dispuesto a cederlas a la expedición de Alex Txikon y Simone Moro.
Las previsiones a quince días vista que el meteorólogo austriaco Karl Gable elabora para el alpinista italiano ofrecen cielos azules prácticamente permanentes, pero también un 'jet stream' a ocho mil metros que no baja de los 100 kilómetros por hora, salvo a finales de mes, en el que durante un día baja hasta rondar los 50 k/h. El 'jet stream' son vientos permanentes de altitud que recorren el Himalaya en invierno y que condicionan toda la meteorología de la cordillera. Periódicamente, a lo largo de la estación, esta fuerte ventada reduce su intensidad por debajo de los 50 k/h, durante unos pocos días, que son las ventanas que los ochomilistas invernales aprovechan para sus attaque a cumbre.
Con estas previsiones, la expedición se pone en marcha mañana, sábado, al ralentí. Los primeros en moverse van a ser Iñaki Álvarez y Lur Uribarren, que no pudieron completar la primera rotación de aclimatación y todavía no han dormido en altura. Ambos alpinistas, acompañados por alguno de los sherpas subirán hasta el campo 1, donde pasarán la noche. Aprovecharán, además para subir parte del material que aún queda para abastecer los campos de altura, como una bobina de cuerda y gas. También deberán llevar hasta el C-1 el material que en la anterior rotación quedó en un depósito a 5.300 metros.
Alex Txikon y Simone Moro, por su parte, aguardarán a ver el comportamiento del viento por la mañana para tomar una decisión. Si ven que su intensidad es asumible en torno a los 6.000 metros, su plan es subir y continuar equipando hasta el campo 2, a 6.400 metros. Una vez en él, se quedarían a dormir, que podría ser suficiente para dar por finalizada su aclimatación en función de los planes que les depare el futuro.
«Puede parecer poca altitud los 6.400 metros, pero no sería el primer ochomil que ataco tras haber aclimatado en esa cota como máxima», explica Alex Txikon. «Desde luego que no nos vendría mal poder hacer otra noche más arriba, pero eso en ciertas circunstancias puede suponer un desgaste que sea peor que el beneficio que nos reporta», añade el alpinista de Lemoa.
Todas estas previsiones, por supuesto, quedan condicionadas a que el viento no sople más fuerte de lo esperado. «Este es el juego con la montaña», indica Txikon. «El Manaslu nos muestra sus armas y a nosotros no nos queda más que asumir esas reglas y armarnos de paciencia», concluye.