Mugaritz vuelve a sacar una teta a la mesa
No es sólo sorber un pecho o comer moho y embriones de ostra, visitar el caserío de Aduriz constituye un desafío constante a nuestras certezas, a nuestras comodidades
Hay un lugar en el mundo donde «todavía puedes experimentar la incomodidad de enfrentarte a la vanguardia». Los restaurantes de alta cocina, creativos diríamos, se ... parecen tanto que, aunque los aficionados, los podamos celebrar, a menudo «cansan». «Los restaurantes con estrella, las listas, cada vez tienen menos sentido. Producen una fatiga estética, como si viera una película que ya he visto demasiadas veces. Se reproduce el cansancio. Mugaritz es una excepción clarísima», sostiene Arcadi Espada, comensal de largo recorrido cuya opinión merece ser escuchada. Espada recuerda cómo en elBulli «se disfrutaba de una manera distinta». Era, recuerda para quienes pasamos alguna vez por allí, como ver la obra de Picasso o de Bacon, «esa convulsión que se producía ante la vanguardia».
La pasada semana tuve la fortuna de volver a sentarme en una mesa de Mugaritz y experimentar otra vez ese vértigo ante lo desconocido. Cada plato era como abrir el envoltorio de un juguete en la mañana de Reyes. Eso, al principio. Porque luego el coco comienza a darle vueltas a las cosas, a hacerse (y a hacer) preguntas, descolocado, buscando referencias, palabras, gestos donde asirse, desnortado.
Joroba, molleja de vaca, koji
Chupas un ramillete de tomillo escarchado, comes un panal de cebollinos, bebes un cóctel de champán con diminutos embriones de ostra, te echas al coleto un balde de esos mismos moluscos, tomas notas a lápiz en el 'cuadernillo Rubio' que te entregan al entrar, como un parvulito; de repente, te encuentras sorbiendo un pecho moreno (en la sala se escucha el succionar de los clientes) y la camarera te informa de que aquello que has tomado con infinita delicadeza entre tus manos se llama «bubi o tetica» en Venezuela.
Te recompones a duras penas, tomas una ventresca de bonito escondida entre las primeras hojas malvas de la flor de dalia que un stagier acaba de coger con pinzas de un arriate. Llega Bichos raros: pepino frito, que es una tempura de cohombro de mar que no has sentido nunca...La masticas a conciencia. «No deja de ser como un cerdo agridulce o unas patatas a la importancia», te explicará luego el enorme y humanísimo Ramón Perisé, el Falstaff de este caserío Otzazulueta de Rentería.
Salen más vinos que sólo podrás probar aquí, sorbos cautivos y exclusivos: Akilia de los parajes de Miraflores, Balbaina y Alella, Iraia&Edu –pareja de exMugaritzs– con Rodrigo Méndez o una cosa tremenda, inmortal, que les prepara Verónica Ortega con Mencía, Palomino, Doña Blanca y Bastarda vinificadas en barrica jerezana en Valtuille y que se hace un hueco en tu masa gris para los restos.
Comes joroba de buey en salsa, pieza diminuta y delicada, con xixas doradas. Y llega una superlativa molleja de vaca; bocado arcano, «plato indestructible», como dice Perisé, tan rico que no hace más que dar vueltas en tu paladar y en tus recuerdos cada vez que lo convocas. Bebes de una de las 550 botellas de champán que Pehu Simonet (VIS á VIS Nº 20) hace en exclusiva para Mugaritz, Brando te corta rodajas de piña fermentada en koji (el sabor de la piña en el mundo de Platón), llega la máscara, el ovulato («Mugaritz es ovulato»), un sorbito del Barril 21 Mougar de Dominio do Bibei, comes la cabeza del pulpo, un ovillo dulce de gluten, un melocotón fermentado y acorazado con pesto de yerbaluisa, sopa de caballo cansado...
«La curiosidad alimenta la creatividad y en Mugaritz somos gente muy curiosa. El proceso creativo tiene que tener un fin: crear cosas tangibles. Ese es nuestro único límite. Llevamos también a la gente a reflexionar sobre el consumo de inmaduros con los embriones. Hemos sacado rodaballos del tamaño de un euro. Un impacto», racionaliza Perisé tanta sorpresa.
Como ellos, no pretendo que se me entienda, ni discutiré jamás con alguien que piense (o sienta) justamente lo contrario. Él se lo pierde. Pero tomen nota, esta parada de frikis que celebra XXV años (Recuerdos del futuro) cierra temporada el 29 de octubre. Si pueden, no se lo pierdan. No hay nada igual en este mundo al que nada le importa.
La lotería de las tetas
El seno femenino, suprema suma de sensualidad, maternidad, naturaleza y vida, aparece también en la propuesta de la XXVª temporada de Mugaritz (Recuerdos del futuro). En esta ocasión, el pecho aparece envuelto en una muselina, la misma tela que se usa para arropar a los bebés. Se trata de una pieza tibia («a 37,5 º, la temperatura corporal», explica Ramón Perisé esa preocupación de Aduriz y su equipo por el gradiente humano) que hay que succionar. Tiene un punto de sal y se chupa leche de oveja infusionada en heno de la meta que está frente a Mugaritz. Hay aromas de café con leche. Cada comensal recibe una teta distinta (hay moldes de numerosas empleadas de Mugaritz, cocineras y trabajadoras) para hacer aún «más realista» esa lotería.
Información útil
-
Dirección: Caserío Otzazulueta, Aldura Aldea, 20 (Rentería).
-
Teléfono: 943522455.
-
Web: www.mugaritz.com.
-
Precios: Menú degustación (25-35 creaciones): 253 €. Maridaje de vinos VIS à VIS (creados sólo para Mugaritz): 165 €.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión